
En nuestro tiempo de gran angustia, de urgencias, crisis económicas y grandes injusticias, es difícil, pero quizá valioso, mantener la apertura a algún tipo de inquietud espiritual. En este sentido, son muchas las ricas vetas culturales o tradiciones filosóficas a las que acudir. En este caso, recordaremos un famoso momento del Corpus hermeticum, en el que se lamenta la perdida de una dimensión trascendente y espiritual de la vida cuando los dioses del Antiguo Egipto son olvidados. Esa pérdida se puede imaginar que, quizá, es un estado permanente. Aquí un fragmento de ese texto.
El Corpus hermeticum es una colección de 24 textos anónimos escritos en lengua griega, que contienen la cosmovisión de la filosofía hermética atribuida al legendario personaje Hermes Trimegisto. Hermes Trimegisto surge en el ámbito de la cultura helenística, en la ciudad de Alejandría, en un momento en el siglo I d. C, en el se fundían los caudales culturales de Grecia, Egipto el Medio Oriente. El Corpus hermeticum fue citado por muchos escritores desde los siglos II y III d.C. Los temas de la filosofía hermética se resumen en el Kybalion, o en el texto la Tabla esmerada con su célebre axioma: «Así como es arriba, es abajo», es decir que lo divino, lo alto, el macrocosmos, se proyecta en el abajo, lo terrestre, el microcosmos. La doctrina de las correspondencias. Todo es divino, y la busca de una alta espiritualidad es el norte de lo hermético. De forma subterránea, estos textos atraviesan la edad media y fueron recuperados por Cosme de Médici, el fundador de la dinastía de banqueros y mecenas de Florencia, en 1463. Cosme compró el manuscrito bizantino con los primeros XIV libros, que rápidamente fueron traducidos al latín por el gran humanista florentino Marsilio Ficino, creador de la escuela neoplatónica de Florencia. Gracias a la imprenta, en 1471, se publicó la primera versión impresa.
En el tratado dedicado al dios Asclepio, dios de la medicina, el dios Esculapio para los latinos, Hermes dialoga con Asclepio y el dios egipcio Tot, sobre tema espirituales. El diálogo repentinamente se interrumpe, y aparece el texto Apocalipsis, en el que se habla con admiración de la religiosidad del antiguo Egipto, pero también desde un tono de lamento, porque esa espiritualidad ya es lo perdido, lo sagrado desvanecido, una perdida dimensión de trascendencia.
E.I
Apocalipsis, Asclepio, Corpus hermeticum (*)
¿Acaso ignoras, Asclepio, que Egipto es imagen del cielo, o lo que es más exacto, la morada del cielo y de todas las potencias divinas? Si hemos de decir verdad, nuestro país es el templo del cosmos. Pero es conveniente que sepas, que un tiempo ha de venir en que parecerá que los egipcios han sido fieles en vano a la divinidad, un tiempo en el que se verá despreciada su total dedicación al culto de la divinidad. Pues la divinidad, toda ella, abandonará Egipto y retornará al cielo, y la tierra egipcia, abandonada por sus dioses, enviudará. Egipto se verá invadido y sometido por extranjeros. ¡Ay Egipto!, verás cómo se prohíbe todo culto a Dios, y lo que es peor, cómo es reo de la suprema pena aquél al que descubran dando culto y honrando a Dios. Y en ese día este país, que supera a cualquier otro por su piedad, se convertirá en impío. De estar lleno de templos pasará a llenarse de tumbas, de estar henchido de dioses a rebosar de cadáveres. ¡Ay Egipto, Egipto! Sólo fábulas quedarán de tus divinidades y tu religión, nadie creerá en acciones maravillosas y palabras sagradas: tus milagrosas palabras se convertirán en piedras. Y entonces, ay Egipto, prevalecerá sobre ti la religión del bárbaro, sea el escita, el indio o cualquier otro de este género. ¿Pero para qué hablarles a los egipcios, si incluso ellos abandonarán Egipto?…
… Por eso se despreciará este cosmos magnífico (creado por) Dios, esta obra sin parangón, este acto lleno de virtud, espectáculo multiforme, provisión (hecha) sin envidia, llena de (todo lo) digno de contemplación. Se preferirán las tinieblas a la luz y la muerte a la vida, nadie alzará sus ojos al cielo. El hombre piadoso será considerado demente, el impío será honrado como sabio, el cobarde tenido por valiente y el hombre de bien castigado como un malhechor. En cuanto al alma y todo lo que se refiere a ella, como que es inmortal y todo lo demás que os he enseñado, todo esto, Tat, Asclepio y Amón, no sólo será considerado como algo ridículo sino incluso objeto de burla. Es más, y creedme en esto, las vidas de estas personas correrán el más grave peligro. Se instituirá una nueva ley.
… partirán las divinidades bienhechoras y sólo los ángeles malvados permanecerán entre los hombres para impulsarlos al mal, a la osadía y la impiedad, a la guerra y al pillaje, enseñándoles todo lo que es contrario a la naturaleza. Se desestabilizará la tierra, dejará de ser navegable el mar y ya no serán conocidas las estrellas del cielo. Será silenciada toda voz santa, expresión de la palabra de Dios, y enfermará hasta el mismo aire. En esto consistirá la vejez del cosmos: impiedad, deshonor e indiferencia ante toda palabra de bien. Cuando esto suceda, Asclepio, entonces, el padre y Dios, hacedor del primer y único dios, empieza por observar lo que ha sucedido, y, por su designio que es el bien, tras dirigirlo contra el desorden, extirpa el error y pone fin a la maldad: la anega con un diluvio, la consume con el fuego violento y la extermina con guerra y epidemias hasta restaurar… (Asclepio, 24-25-26).

(*) Versión en web de símbolos y temas misteriosos,
Edición en castellano Corpus Hermeticum
–Textos herméticos. Traducción del griego Francesc Xavier Renau Nebot. Incluye Corpus hermeticum [Anexo del Códice VI Nag Hammadi. La Ogdóada y la Enéada], Extractos de Estobeo, Asclepio [Anexo. Nag Hammadi VI 8: Fragmento del Lógos téleios], Fragmentos diversos, Definiciones herméticas armenias, Apéndices e Índices de nombres propios y de la doctrina hermética, 1999 [1ª edición, 2ª impresión]. Madrid, Editorial Gredos
– Corpus hermeticum y Asclepio. Edición Brian P. Copenhaver, traducción del inglés Jaume Pórtulas y Cristina Serna, 2000. Madrid: Editorial Siruela.