Galería Séraphine de Senlis

Una de las obras de Séraphine.

Una galería con la obra de la extraordinaria Séraphine Louis (también conocida como Séraphine de Senlis.

La calificación del arte por estilos puede ser solo una forma de adormecer la fuerza artística en meras clasificaciones. Séraphine Louis (también conocida como Séraphine de Senlis) (1864–1942), suele ser tildada como naif, denominación que siempre contiene un dejo de desvaloración, y una forma de desviar la atención de aquello que debiera ser atendido. En el caso de Séraphine, lo que llama la atención es el vigor de sus pinceladas que parecen sumergirse en un núcleo incandescente, lleno de vida, mediante sus pinturas de flores, plantas y árboles. Un efecto de incandescencia, como el que Bataille refería sobre los girasoles de Van Gogh, impregna todas sus telas. Un arte que transmite al espectador una fogosa energía que libera la naturaleza.

Séraphine era hija de un padre obrero y de una madre campesina. A los seis años quedó huérfana de ambos padres. Vivió un tiempo con su hermano mayor. Primero pastora, desde 1882 fue empleada en el convento de las Hermanas de la Providencia en Clermont, y luego criada en varias casas de Senlis en Oise, en el norte de Francia. Entonces se dedicaba a encerar pisos y lustrar muebles. Era casi analfabeta. Por sus labores le pagaban una escasas monedas con las que solo podía pagar una pequeña habitación para dormir. Gustaba entonces fundirse con el campo, comunicarse con las flores y los árboles. Así comenzó su pasión por la pintura. En las noches, en diminutos rectángulos de madera, pintaba flores y plantas. Pintaba por necesidad y emoción, sin ninguna perspectiva de una actividad profesional.

En 1912 el galerista y marchante Wilhelm Uhde se interesó por la llamada pintura naïf o ingenua, por los “primitivos modernos”. Fue a Senlis para buscar tranquilidad y descanso. En la casa en la que se alojaba reposaba una naturaleza muerta con manzanas. Quedó sorprendido y deslumbrado cuando se enteró de que la autora era la mujer de la limpieza. Al ser consultada sobre por qué pintaba, ella solo decía que lo hacía por voluntad de los ángeles y la Virgen. Uhde compró todas sus obras. La ayudó a difundir su arte. La humilde pintora hechizó al publicó junto con otros grandes pintores del estilo del primitivismo moderno como Henri Rousseau y André Bauchard.  

Para plasmar su arte, Séraphine acudía a la pintura Ripolin (la más barata y común), que mezclaba con la cera de velas que recogía en la iglesia. También le agregaba tierra extraída del cementerio, y algunos colores que obtenía mediante el triturado de plantas y flores. A veces se hería para apelar a su propia sangre, y transmitir más vida a sus lienzos

En 1914, las trincheras de la primera guerra mundial se inundaron de cadáveres y explosiones, la irrupción del infierno en la tierra. Uhde volvió a Alemania. Séraphine continuó pintando en soledad. En 1927, varios años después del fin la guerra que asesinó a millones de soldados, Wilhelm retomó el contacto con Séraphine. El ojo del galerista volvió a verla con interés y deleite. La pintora fue reconocida en Senlis. Pudo acceder más fácilmente a pinceles y óleos, y a comer y vestir mejor. En 1929 participó de la primera exposición colectiva de artistas naif en París, entre ellos Camille Bombois, Louis Vivin y Séraphine.

Nunca llegó a realizar una exposición individual, en vida, en la Ciudad Luz. Udhe dejó de visitarla. Cayó entonces en un desfiladero oscuro en el que solo sintió frío, abandono y frustración. La locura vino por ella. Fue internada en el hospital psiquiátrico de Erquey. En un comienzo Udhe intentó ayudarla, pero luego fue absorbida por una noche continua, sin el regreso del sol. En 1942 era el tiempo de la ocupación alemana en la segunda guerra mundial. Entonces, entre desparramados tranquilizantes y desnutrición, a los 78 años, en medio de sus tinieblas y el recuerdo de sus vivaces flores y plantas dejó este mundo hostil. Fue enterrada en una fosa común.

Séraphine Louis nació el mismo año que la famosa Camile Claudel, gran escultora y amante de Rodin; y como ésta vivió sus últimos años en un asilo mental. Luego de la guerra, André Breton se fascinó con sus lienzos. Quiso conocerla, pero ya era muy tarde. Y fue tarde también para presenciar su primera exposición en París, cuando en 1945, Udhe exhibió varias docenas de sus obras.

Seraphine pintó en principio 200 obras pero solo se conservan 70 dispersas entre los museos de Arte de Maillol de París, el Museo de arte de Senlis, el Museo de arte Naif en Niza y el Centro Georges Pampidou en París.

En 2008, las fulgurantes «naturalezas vivas» de Séraphine renacieron en la estimación del gran público a través del notable y premiado film Séraphine, en el que la pintora fue protagonizada por Yolanda Moreau.

Séraphine fue una pintora ingenua, en tanto noble y de una espiritualidad espontánea, sin presunciones, nacida de la identificación con la naturaleza. Muy lejos de las tendencias abstractas de las vanguardias que dominaron su tiempo, como la de un Kandinsky o Mondrian, sus pinceladas exhalan el frescor de la vida más enérgica, secreta, inagotable, brillante. La vida que resplandece, y que solo es oscurecida por la necedad e insensibilidad que algunos humanos traen en medio de un noche que devora al tiempo, y que también devoró a Séraphine. Pero no a sus flores y plantas, que aún parpadean con sus ojos de fuego.

E.I

Galería Séraphine Louis (también conocida como  Séraphine des Senlis) (todas las imágenes se pueden ampliar)

A la izquierda, L’arbre de vie (1928)
Bouquet de fleurs.
Grand Bouquet au vase noir et fond bleu (1929), colección privada.
Séraphine de Senlis (1864-1942)

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