Por Jaime Nubiola

El diálogo suele ser anulado por la discusión. El diálogo es comunicación entre dos interlocutores desde la escucha; la discusión, batalla verbal para propinar la destrucción retórica del oponente. Aquí Jaime Nubiola rescata el aporte para la recuperación del fino arte del diálogo a partir del estímulo del libro del filósofo y ensayista español, José Luis Pardo: «Estudios del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas» (Anagrama 2016).
Este texto fue publicado originalmente en Masticadores, página nacida en Cataluña, dirigida por J r Crivello, y con numerosos colaboradores en el mundo
Hace algún tiempo tuve ocasión de leer el libro del filósofo José Luis Pardo «Estudios del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas» (Anagrama 2016). Me impresionó por la finura y profundidad de sus análisis sobre la sociedad contemporánea, incluida la política española.
Por ejemplo, en la página 177, tras una cuidadosa presentación del diálogo platónico «Gorgias», apostilla: «Podríamos decir que la primera condición de todo diálogo es comprometerse a pensar lo que se dice, a no hablar contra lo que se piensa, a no decir una cosa y a la vez la contraria; y si el pensamiento es (como a veces dice Platón) el diálogo del alma consigo misma, ello implica ante todo estar de acuerdo consigo mismo».
A los seres humanos nos encanta conversar, pero hay algunos a los que, sobre todo, lo que les gusta es discutir, llevar la contraria se diga lo que se diga. En el fondo, como sugiere José Luis Pardo, es posible que el problema sea que ni siquiera están de acuerdo consigo mismos. Cuando me encuentro con alguna persona así, procuro salir corriendo de la reunión con una excusa amable. Sin embargo, no puedo hacer esto cuando esa persona que todo lo discute es alguien cercano y a quien quiero. Lo que procuro hacer en esos casos es escucharle con una sonrisa e intentar llevar la conversación a otro tema que nos interese más a los dos.
A mí me encanta dialogar y, en cambio, me enferma la discusión. Pienso que todos —yo el primero— debemos aprender a dialogar más y mejor.
