Carrera por la vida

Por Isabel Palacio

(Ilustración en web mibebeyyo)

Todo es un milagro, no el de un Dios o dioses o diosas interviniendo en el mundo natural de los días y las noches, sino en lo milagroso cotidiano. Una de sus expresiones es el proceso de fecundación. En el breve artículo que sigue a continuación, la fecundación no es una simple competencia de rapidez, sino una «coreografía bioquímica» sostenida en la compatibilidad y la interacción química entre ambos gametos, las células sexuales femeninas y masculinas.

Estas líneas vale como estímulo, principalmente, para interesarse en los procesos biológicos, y otra forma de comprenderlos. Aquí se propone que no es como habitualmente se repite una carrera en la que: «millones de espermatozoides corren hacia un óvulo y sólo el más rápido y fuerte gana», sino que el óvulo tiene una papel activo en el proceso de selección mediante un «diálogo químico» que además bloquea la polispermia, impide la entrada de otros espermatozoides, y evita así la doble fecundación. 

E.I

El óvulo no espera: la sorprendente verdad sobre la fecundación, por Isabel Palacio (*)

La historia clásica que solemos escuchar sobre la fecundación pinta un escenario sencillo: millones de espermatozoides corren hacia un óvulo y sólo el más rápido y fuerte gana. Pero la realidad es mucho más interesante y, de hecho, cambia por completo la narrativa. El óvulo no es un espectador pasivo que espera ser conquistado, sino un protagonista que participa activamente en el proceso.

Investigaciones recientes han demostrado que el líquido folicular que rodea al óvulo contiene señales químicas capaces de atraer espermatozoides, pero no de manera indiscriminada. Esos compuestos funcionan como invitaciones selectivas: algunos espermatozoides responden mejor a las señales de cierto óvulo, mientras que otros casi no reaccionan. Esto significa que la atracción depende de la identidad específica de ambos, óvulo y espermatozoide. Lejos de ser una competencia lineal de velocidad, la fecundación se basa en un complejo diálogo químico que determina compatibilidad.

Este descubrimiento se suma a lo que ya se sabía desde hace décadas. La zona pelúcida, la capa que recubre al óvulo, contiene proteínas capaces de reconocer a los espermatozoides y permitir la unión sólo a aquellos con las características moleculares adecuadas. Una vez que uno logra fusionarse con el óvulo, se activa un mecanismo de bloqueo que impide el ingreso de otros, cerrando la puerta y evitando una doble fecundación.

En otras palabras, el encuentro entre espermatozoide y óvulo no es una carrera en la que sólo importa la rapidez, sino una coreografía bioquímica donde ambos participan. El óvulo, lejos de ser pasivo, establece las condiciones y envía las señales que permiten que la unión ocurra sólo con el espermatozoide más compatible. La reproducción no es simplemente una competición: es química en su forma más pura.

(*) Fuente: Texto republicado desde Masticadores, página nacida en Cataluña, que Jr Crivello dirige y con numerosos colaboradores en el mundo .

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