Entre fenómenos y noúmenos: la realidad oculta tras la pantalla (*)

Por Avelino Muleiro

La desconexión de las redes, y del exceso de consumo de noticias y de un estar solo en la pura inmediatez, puede ser la mejor forma de restablecer la conexión con la realidad del noúmeno, desde una inspiración kantiana, como propone aquí el autor de este artículo.

RESULTA irrefutable que actualmente vivimos sumergidos en una ola constante de información que se crea en los medios de comunicación y, especialmente, en las redes sociales. En este mundo de distracciones constantes y soluciones rápidas, las noticias, las tendencias, las opiniones y las realidades virtuales nos bombardean a cada instante configurando nuestra percepción del mundo y desplazando nuestra experiencia directa de la realidad. Sin embargo, ¿qué sucede cuando confundimos esta avalancha de información con la realidad misma? ¿En qué medida lo que creemos saber no es más que una apariencia, una imagen distorsionada de lo que verdaderamente ocurre?

Vivimos en la dictadura del instante, en la inmediatez de la información con la que cada minuto las redes sociales y los medios digitales nos asedian en cascada con miles de titulares que compiten por captar nuestra atención. La inmediatez se ha transformado en un valor supremo, porque lo importante es ser el primero en enterarse, en opinar, en compartir. Sin embargo, esta velocidad sin frenada tiene un precio: la incertidumbre, la duda y la inseguridad por falta de criterio. Ante esa turbulencia informativa, la reflexión, el análisis profundo y el contacto directo con la realidad quedan relegados a un segundo plano.

Vivimos pendientes de las pantallas, reaccionando a estímulos que, muchas veces, no representan más que una pequeña fracción de la complejidad del mundo. Nos conformamos con la superficie, con la apariencia, sin preguntarnos qué hay detrás de ese torrente de imágenes y palabras.

Kant, hace ya tres siglos, se había percatado de la fragilidad de nuestras observaciones y de la debilidad de las comprobaciones que utilizamos para entrar en la realidad más profunda y conocerla tal como es. Su crítica no se centraba exclusivamente en el impacto de las informaciones recibidas ni en sus fuentes, fuese el que fuese el medio humano de que proviniesen, sino que apuntaba a cualquier información que llegase directamente del mundo a nuestros propios sentidos. Fue ante esta forma natural que nos acompaña a los seres humanos de percibir el mundo al establecer la diferencia entre el fenómeno y el noúmeno, entre nuestras informaciones y la realidad escondida tras de ellas.

El fenómeno es aquello que aparece ante nuestros sentidos, nuestra información como camuflaje de la realidad. El noúmeno, en cambio, es la “cosa en sí”, la realidad profunda que existe independiente de nuestra percepción y que, según Kant, es inaccesible de manera directa.

En la era de los medios de comunicación y las redes sociales, vivimos atrapados en el mundo de los fenómenos: lo que vemos, leemos y compartimos en Internet no es la realidad, sino una representación filtrada, editada y, a menudo, manipulada. La verdadera realidad, el noúmeno, queda oculta tras capas de interpretación, intereses y algoritmos. Pero quienes carecen de herramientas para analizar la información de manera crítica suelen estar predispuestas a la propagación de noticias falsas.

Es innegable que la realidad se oculta tras la pantalla, generando una gran paradoja: cuanto más informados creemos estar, más alejados podemos encontrarnos de la realidad. Nos dejamos llevar por titulares, por imágenes impactantes, por opiniones virales, y olvidamos que la vida real transcurre fuera de la pantalla, en la complejidad de los hechos, en los matices que rara vez llegan a los trending topics.

La sobreexposición a los medios no solo distorsiona nuestra percepción, sino que también puede conducirnos a la apatía, al escepticismo o a la polarización. El exceso de información superficial nos impide profundizar, dialogar y comprender.

Frente a esta ola de apariencias, el desafío es recuperar el contacto con la realidad, buscar el noúmeno detrás del fenómeno. Esto implica desconectarnos, aunque sea por momentos, del flujo constante de noticias y redes, y dedicarnos a observar, escuchar y reflexionar. Significa también cuestionar lo que vemos y leemos, buscar fuentes diversas y, sobre todo, no perder de vista que la realidad es mucho más compleja y rica que cualquier tendencia viral. De vivir Kant en estos momentos, estoy convencido que nos aconsejaría no conformarnos con el fenómeno, sino que aspiremos siempre a vislumbrar, aunque sea parcialmente, el noúmeno que se esconde tras la pantalla.

(*) Fuente: Texto republicado desde Masticadores, página nacida en Cataluña, que Jr Crivello dirige y con numerosos colaboradores en el mundo .

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