El (ultra) futuro fuera de toda comprensión

Por Esteban Ierardo

Tratar de imaginar el mundo dentro de 20 o 50 años es difícil, muy difícil; intentar pensar lo que podría denominarse como  «ultra futuro», el porvenir dentro de miles o un millón de años, es lo  absolutamente imposible. Sin embargo,  intentarlo hacerlo es ejercitar el pensamiento, la especulación y la imaginación, en un ir más allá.

Como llegó el año mil, el dos mil, también llegarán los años tres mil, cuatro mil, cinco mil, un millón. El ultra futuro.

Mientras tanto, el presente y el futuro más cercano rebosan, tal vez, lo post-hegeliano y lo post-apocalíptico. En el siglo XIX, Hegel veía el futuro con ojos de certeza optimista; el propio devenir posterior decapitó toda ilusión dialéctica de un progreso no contaminado por la continuidad de los aspectos oscuros de la existencia ( todos los sistemas del poder y de la violencia organizada).

Por otro lado, el mañana como apocalipsis es más sonda nutritiva para el ciberpunk, o para la nueva tecno-mitología de la inminente destrucción de la humanidad por la Inteligencia Artificial, por la Singularidad de su autonomía disruptiva o por robots animados por IA;  o  la campana apocalíptica sonará por el infierno nuclear finalmente desatado, o por variables climáticas; o por el impacto de un gran meteorito que reviva el golpe letal a los dinosaurios; o una nueva pandemia que no podemos asegurar pero tampoco negar; o, para la cultura popular del entretenimiento, el colapso será por una rebelión zombi, fórmula de cierto tipo de cine ya un tanto patética y remañida.

Lo apocalíptico es un deseo de autodestrucción redentora más que una realidad inevitable.

Pero el ultra futuro vibra en nuestros cuellos con registros muy distintos: ni la confianza dialéctica hegeliana ni los dogmas apocalípticos. Entonces, es oportuno no temer acercarse a otras formas de futurismo.

La palpitación remotísima del gran futuro, ultra futuro, hiper futuro, absolutamente impensable. Nada sabemos de esas lejanías temporales. Tal vez seremos en parte lo que ya somos y, a la vez, lo totalmente inimaginable; es decir, el ser humano proyectado como lo conocido y lo absolutamente desconocido; A y no A , no como contradicción sino como conjunción. Pero que el humano siga conservando algo de lo conocido en el abrumador futuro es, claro, pura especulación. Solo una posibilidad. De ser así, continuará la «ontología de la repetición histórica», es decir: la invarancia, el no cambio del humano separado de sí mismo, de los otros y de lo otro del inmenso mundo exterior; la inmutabilidad de la música del ser tan profundo como incomprensible; eso y todo lo demás: la violencia, las guerras, la explotación de los animales y entre los humanos; la reducción de la unidad biológica del sapiens a puro postulado abstracto o retórico; la continuidad de todos los humanos desesperados, atrapados por las garras de la amargura, o por una fe poética inexplicable; humanos algunos compasivos, otros carentes de generosidad;  y todos obsesionados por sobrevir y sobresalir en la selva ordenada de la civilización.

Todo será quizá lo mismo en el tercer milenio, o en el cuarto, o en el quinto, o más allá, si algo del humano tal como lo conocemos todavía existirá. Pero aun cuando siguiera siendo algo de lo muy conocido, también nuestra especie será lo que absolutamente hoy no es.

Aquí debemos avizorar lo imposible: multipaisajes futuros efecto de Singularidades mucho más allá de las Singularidades que pensamos actualmente.

Hoy, la Singularidad pareciera comprimida a su variante cosmológica, o a la IA. Lo cósmico singular: el universo mismo brotado de la Singularidad del Big Bang, la gran explosión inicial, el salto inexplicable  de la nada sin espacio-tiempo al gran organismo multiestelar en expansión; o la tecno-Singularidad: el punto cuántico de quiebre en el que tanto insisten, algunos como Kurtzweill o Bostrom, del paso de la IA programada a su auto programación y auto conciencia de sus códigos informáticos constitutivos.

Pero la Singularidad no es esto o aquello sino la potencialidad de mutación inagotable de lo Singular. Es decir, el ultra futuro que llegará, inexorablemente, a su debido tiempo, será la emergencia de nuevos horizontes de Singularidades ahora absolutamente impensables. Por ejemplo, la Singularidad de la mono especie a las multiespecies de origen humano pero ya no humano en el sentido actual. Hoy el sapiens se divide en muchos pueblos, culturas,  civilizaciones, geografías; mañana se dividirá en muchas especies por el reemplazo definitivo de la evolución orgánica por la mutación artificial a través de las biotecnologías. El futuro de la manipulación genética también es inimaginable.

Algún tipo de Singularidad política-económica tendrá que emerger; será positiva si admite, aun muy lentamente, la participación creciente en el gran bienestar; será repulsiva si agudiza las estructurales desigualdades al punto de generar separaciones definitivas en el acceso al progreso, es decir solo pequeños grupos disfrurarán de la riqueza acumulada por siglos y otros grupos vivirán a la distancia, definitivamente, en su postración como servidores de los grupos privilegiados junto a las distintas formas de robots serviciales.

Otra de las muchas Singularidades ultra-futuras acaso sea la construcción completa de mundos virtuales en los que habitar; a la manera del cuento visionario de Bradbury, «La pradera», se elegirá uno o muchos mundos del pasado, de la pura imaginación, o la recreación de paisajes y condiciones de exoplanetas. Esto último sería una alternativa a los viajes  extraplanetarios: no serían necesarias las grandes travesías interplanetarias para que alguna de las especies futuras del sapiens transformado sitúe su vida junto con otros seres «reales» o solo «virtuales» en esos mundos de ensueño digital.

Pero la vida ultrafutura solo dentro de mundos virtuales supone otra Singularidad: el momento del porvenir en que el espectador de la simulación habite dentro de ella con una plena percepción tridimensional (otro aspecto del mencionado cuento bradburiano).Pero este horizonte hiper-remoto será superado por la Singularidad interdimensional: el descubrimiento de  «vías oceánicas interdimensionales»; mares ya no intercontinentales, sino entre-dimensiones; el acceso a otras dimensiones paralelas cuando las actuales nociones de cuerpo y conciencia, y todas las leyes actuales de las ciencias y de la tecnociencia sean superados por otro modo de ser, más allá incluso de las formas tecnológicas de hibridacion cyborg o robóticas: una suerte de «vida-pensamiento», totalmente misteriosa e incompresible para nosotros aún, como para una hormiga está totalmente fuera de alcance las nociones de la física teórica o las matemáticas de vanguardia. Quizá,  este universo físico sea uno de otros infinitos y paralelos mundos que en su mayoría son ellos mismos formas de vida-pensamiento. Este sería quizás el nivel más elevado de vida «extraterrestre»; los alienígenas que hoy nos visitan o no, en parte mantienen un vínculo con el universo estudiado por los astrónomos. Pero la vida-pensamiento llegará muchos después de la gran etapa de viajes interplanetarios mediante formas de propulsión aún inconcebibles; y la expansión del otro humano futuro en gran cantidad de planetas, sin que sea imposible que, en algunos de ellos, ingrese en contacto, finalmente, con otras inteligencias en grados mayores o menores de evolución.

Muchas otras Singularidades deberíamos imaginar: un mundo sin muerte en un presente continuo en el que los hologramas de cualquiera de la personas o animales «muertos» de la historia, en el ultra futuro serán «resucitados»; o amanecerá el punto de  teletrasportación no solo de personas o seres sino también de planetas enteros.Todo se modificará, pero carecemos absolutamente de categorías para pensar lo impensable, pero esto no anula el hecho de que el ultra futuro es inexorable, ya hoy.

El ultra futuro necesitaría todo un libro, aun así sería inutil para adelantarnos a la realidad de diez mil o un millón de años. La ultra lejanía, lo hiper remoto del ultra futuro, no comprendemos nada de esa gran potencialidad, por eso aquí no podemos evitar la necesaria convergencia de pensamiento especulativo y literatura fantástica para intentar entrever algún destello minúsculo de lo extremadamente lejano, por lo menos en el tiempo que actualmente habitamos.

La dificultad para entender algo, o nada, del ultra futuro, nos devuelve al ser conciente de nuestra ignorancia, al hecho de que no solo sobre el mañana, también sobre el presente, en los grandes temas de la materia y su relación con la conciencia, por caso, y muchas otras cuestiones, no comprendemos casi nada.

¿Y cómo será el arte del ultra futuro? Es obvia la respuesta: no sabemos, pero quizá se llegue al umbral en el que, como entre los balineses estudiados por Bateson, no tenga sentido hablar de arte en particular, porque todo lo será.

Y es imposible desligar lo ultra futuro del deseo, de cómo quisiéramos que fuese la realidad aunque nunca lo sea, porque lo que será siempre lo será de otra manera. Todos las aspectos actuales, políticos económicos, relaciones entre las personas, deseamos que sean mejores, pero lo que será en la ultra lejanía está fuera de toda descripción.

De todos modos, no podemos negarnos el juego de ir más allá, y desear un ser futuro totalmente distinto cuya energía vital sea un continuo aumento de percepción de lo profundo abismal del ser, y no lo encerrado en la confrontación, la manipulación; un ser más allá de lo poshumano, lo transhumano, las multiespecies; un ser para el que, de nuevo, no tenemos palabras posibles; un ser cuyo sentido sea afinar, sin fin, una mayor conciencia sensible de vida que, por ejemplo, desde lo que hoy conocemos, una las nervaduras de las hojas de otoño, la valoración de las manos humanas que trabajan en pos de la dignidad de una recompensa, con los hilos tesoneros de las arañas, o las complejidades del estudio de las micropartículas (que en el ultra futuro serán otras, inimaginables).

Todo cambiará por la acumulación de nuevas Singularidades que ni siquiera podemos concebir ahora.

Pero lo que no se modificará es el misterio grandioso y terrible de la Fuerza que le da existencia a lo que existe entre las lluvias de este mundo y otros inconcebibles mundos; esa fuerza que, por pura comodidad o desesperación, llamamos Dios, lo divino, la diosa, Aquello, la real superinteligencia, más grande que nosotros, que la IA, los robots, el propio ultra futuro, o el rumor de todas las civilizaciones inteligentes esparcidas en el cosmos.

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