Caspar David Friedrich (1774‑1840) es el máximo pintor paisajista del romanticismo alemán. Su pintura espiritualiza la naturaleza, le infunde una impronta de misticismo, poesía, magnetismo y misterio.

El artista romántico abandonó el clasicismo. En la pintura de Friedrich, la naturaleza repercute en el ser humano de forma emocional y se convierte en la arquetípica manifestación de lo sublime romántico, la experiencia de vastedad, de lo ilimitado que, por contraposición, empequeñece al humano y lo devuelve a la percepción de su posición como parte del cosmos, y no como su juez soberano. El arte de Friedrich así se convierte en vehículo de una expresión metafísica y simbólica. El humano arrobado ante la superioridad del mundo natural se advierte con claridad en el Monje frente a la orillas del mar (número 7, en esta galería); o sobresale la impresión neblinosa de misterio entre ruinas e iglesias abandonadas y difuminadas; o el humano que, en soledad, como en su célebre obra El caminante sobre el mar de nubes en la que el viajero al contemplar la naturaleza, se contempla, a su vez, así mismo.

E.I

Imágenes:

1.Retrato de Friedrich (1808), por Franz Gerhard von Kügelgen, en Hamburger Kunsthalle.

2. Cementerio de monasterio en la nieve (1817‑1819), en Staatliche Museen de Berlín.

3.Paisaje de mar a la luz de la luna (1827), en Leipzig, Museo de Bellas Artes.

4.Mar de hielo (1823-1824), en el art Museum de Hamburgo.

5. Abadía en el robledal (1809), en Antigua Galería nacional de Berlín.

6 Paisaje de invierno con iglesia (1811), en Museun fur Kunst und Kulturgeschichte.

7. El monje ante la orilla del mar (1808-1810), en Staaliche Museen de Berlín.

8. Cruz y catedral en las montañas (1812), en Colección de arte de Dusseldorf.

9. Luna saliendo sobre el mar (1822), en Staatliche Museen de Berlín.

10. El caminante sobre el mar de nubes (1818), en Kunsthalle de Hamburgo.