
Dylan Thomas (1914-1953), el gran poeta galés, cuyo genio fue tan intenso como breve su vida. «Y la muerte no tendrá dominio» es uno de sus poemas esenciales.
En tiempos en el que la poesía estaba más cerca del espíritu de la época, la poética de Dylan Thomas cautivaba y embriagaba mediante la potencia de sus imágenes y caligramas con un trasfondo de oscuridad mágica, panteísmo, energía sexual, y una espiritualidad de raíces célticas y también bíblicas.
Dylan Thomas trabajó para la BBC cómo locutor y guionista. Su modo de recitar y sus comentarios atrapaban a las audiencias. Escribió el guión del drama poético Under wood Milk (Bajo el bosque lácteo), de 1954,que representó Richard Burton. A pesar de cierto reconocimiento en vida, la pobreza siempre lo acompañó como una filosa sombra y un pozo oscuro del que escapaba, solo parcialmente, por la bebida. En Estados Unidos buscó mejor destino. Quiso escribir guiones para el cine que nunca llegaron a la pantalla.

Su obra no es muy extensa. En lengua castellana puede consultarse su poesía completa publicada por editorial Corregidor (Buenos Aires, 1999, traducción por Elizabeth Azcona Cranwell).
Murió joven en New York. La causa real de su muerte, como su vida, fue motivo de leyenda. Entre sus obras de destacan Muertes y entradas (1946), Retrato del artista cachorro (su único conjunto de relatos, aparecido originalmente en 1940), o En el sueño campestre (1951). Luego Robert Zimmerman de autonombrará Bob Dylan por la admiración que le despertaba el poeta de Gales.
Su poema «Y la muerte no tendrá dominio» afirma un optimismo vital, una religiosidad sin iglesias ni jerarquías que solo por la fuerza poética intuye que la vida es una poder que absorbe a la muerte, la convierte en un estado provisional que no anula la unión con algún tipo de existencia superadora. Por eso, cuando los huesos queden limpios «ellos tendrán estrellas en el codo y en el pie»; y aunque los humanos «se hundan en el mar de nuevo surgirán». Y aunque la muerte insista, por los caminos misteriosos que solo la poesía presiente, una nueva vida se fundirá con el sol. Una acción de fe poética que proclama que la muerte no tendrá un dominio final sobre lo humano, el viento y la rareza del mar.
E.I
Y la muerte no tendrá dominio
Por Dylan Thomas
(Traducción de Elizabeth Azcona Cranwell)
Y la muerte no tendrá dominio.
Los hombres desnudos han de ser uno solo
con el hombre en el viento y la luna poniente;
cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos se dispersen,
ellos tendrán estrellas en el codo y en el pie;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar de nuevo surgirán,
aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor;
y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio.
Los que hace tiempo yacen
bajo los dédalos del mar no han de morir entre los vientos,
retorcidos de angustia cuando los nervios cedan,
atados a una rueda no serán destrozados;
la fe, en sus manos, ha de partirse en dos,
y habrán de traspasarles los males unicornes;
rotos todos los cabos, ellos no estallarán.
Y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio.
Y las gaviotas no gritarán en los oídos
ni romperán las olas sonoras en las playas;
donde alentó una flor, otra flor tal vez nunca
levante su cabeza a los embates de la lluvia;
y aunque ellos estén locos y totalmente muertos
sus cabezas martillearán en las margaritas;
irrumpirán al sol hasta que el sol sucumba,
y la muerte no tendrá dominio.
El poema recitado por el propio Dylan Thomas:
