El Dios Visnú

Por Sergio Fuster

Vishnú de Cuatro Brazos Sentado de Tamil Nadu (Siglos VIII-IX dc), El Museo Metropolitano de Arte, Nueva York (Wikimedia Commons)

La tradición vaishnava constituye el grupo más grande dentro del hinduismo. Alrededor de 641 millones, el 67,6% de los hindúes. También se denomina Vishnuismo porque el Dios Vishnu, que tiene varios avatares o encarnaciones, es venerado como el Ser Supremo. Sus seguidores se denominan vaisnavitas o vaisnavas. Aquí Sergio Fuster nuevamente nos propone una amplia y muy fundamentada introducción al universo simbólico de este dios fascinante de la India antigua, pero muy presente hoy en el gran país creador de los Vedas y del budismo.

Los rostros del Dios Visnú. Aspectos devocionales y teológicos del Vaisnavismo

Por Sergio Fuster

En este ensayo ingresaremos en las tradiciones vaisnavas, donde estudiaremos el culto y la metafísica envuelta en las devociones al Dios Visnú, en el contexto de la diversidad de tradiciones espiritualistas, tanto oficiales como populares que envuelven a este interesante fenómeno.

Veamos primero algunos presupuestos acerca de Visnú. En el Rig Veda aparece como una divinidad solar y benéfica emparentada frecuentemente con Indra. Este último es comprendido como el rey de los Dioses y el Señor del cielo. Abarca la función de la guerra, la tormenta y el rayo (Maruts). También Indra es simbolizado como la “pupila” del ojo derecho, mientras que el ojo izquierdo es asumido como la fuerza femenina de Indrani. Los ojos de Indra, los “miles de ojos”, según algunas versiones, son el resultado de la maldición de un sabio que, al enterase del adulterio de su esposa con el Dios, le produjo que le crecieran mágicamente vulvas en todo su cuerpo. (¿Simbolismo de los lotos o chakras?). Indra hizo penitencias, pidió perdón y las vulvas se convirtieron en ojos. El ojo es símbolo de omnisapiencia y de la ubicuidad de Dios. Esta concepción aparece en Mesopotamia y especialmente en el Egipto faraónico. A menudo se lo ha comparado también con Zeus, Thor y Júpiter, entre otros, como un ser principal. En el mito vence a la serpiente acuática y da orden al caos primordial. Podemos rastrear recién para la construcción del Atharva Veda una configuración más reciente y acabada.

A Visnú, una faceta posterior de Indra, se lo conoce como el que ostenta la función conservadora y mantenedora del cosmos. Recuerden que mientras Brahma crea, Visnú es el sostenedor de esa creación. La diferencia aquí es de función, no de estatus ontológico. Esto es fundamental. Es sabido que también a Visnú se le atribuyen mitos creadores y destructores (función que veremos luego con el culto a Siva). Solo nos ocuparemos aquí de los aspectos religiosos y teológicos, es decir, de su culto y de su metafísica. De su mística lo haremos en detalle en el apartado correspondiente al yoga.

En el Padma Purana, un texto más tardío que el Veda, se dice que Visnú es la causa suprema de todas las cosas. Veamos la trascripción del pasaje del citado Purana para ver su plasticidad. En la mitología india no hay que dar nada por sentado. Todo el tiempo las configuraciones divinas están en movilidad versátil presentando diversos rostros. “En el principio de la creación (expresión que nos hace acordar al Génesis bíblico), el gran Visnú (Para-Visnú), deseoso de crear el mundo entero, asumió tres formas: Creador, Conservador y Destructor. Para crear este mundo el Espíritu Supremo se reprodujo a sí mismo. De la parte derecha de su cuerpo apareció Brahma; luego, para preservar el mundo, produjo de su lado izquierdo (o una hipostasis de sí), a Visnú, y para destruirlo, produjo del centro de su cuerpo al eterno Siva. Visnú, sin embargo, crea, conserva y destruye, aunque en tres formas distintas. Por lo tanto, ¡qué los hombres piadosos no hagan diferencias entre los tres!”.

La etimología de su nombre tal vez provenga de la raíz vis (penetrar). (Durante la época de la ocupación inglesa, cuando la Teosofía trataba de encontrar correspondencias universales, se acuñó la falsa versión de que vis-nu —is nuh— significaba “hombre de

descanso”, debido al mito que la deidad está reposando en el universo. Por ello se lo ha relacionado con Noé, el sobreviviente del diluvio bíblico, ya que la etimología hebrea lo vierte del mismo modo, como “hombre de descaso”. Sin embargo, esto es falso, ya que la lengua sánscrita, como bien se sabe, no tiene familiaridad con el hebreo antiguo. Algo similar veremos con relación al intento artificioso que se intentó hacer con respecto a analogías entre Cristo y Krishna). Según el Veda dice: “Habiendo creado el mundo lo penetró”. Las ilustraciones lo presentan como un hombre negro con cuatro brazos blandiendo armas de destrucción (un palo, un loto, una concha y un disco o anillo arrojadizo o Sudarshana chakra con los que mata a sus enemigos).

Según varios mitos, Visnú habita en el mundo onírico de Vaikhunta o sueño yóguico. Otras tradiciones míticas le atribuyen la condición de sueño a Brahma. De su mente emanan millones de particulares elementales con los que crea el mundo fenoménico. De esta manera, lo que vemos con nuestros sentidos como realidad son “olas” mentales del ensueño de Visnú. Vaikhunta es el lugar de la Vía láctea o residencia de la Diosa Ganga donde surge el río Ganges por los cabellos de Siva, como ya estudiamos en trabajos precedentes. De allí que las aguas sean símbolos de las nubes mentales que hay que tranquilizar en la meditación.

Tenemos un mito que nos cuenta cuando un renunciante le pregunta a Visnú en el rostro de Krishna qué es la maya. Krishna lo lleva a caminar por el bosque y después de una jornada se sientan a descansar. Krishna le pide al joven que le alcance un jarro con agua y este va hasta el pozo más cercano. Cuando está sacando el agua ve a una hermosa joven y se enamora de ella. Se casan y tienen hijos. Son felices durante muchos años, hasta que envejece y su mujer muere. El joven renunciante sufre mucho, en todo ese tiempo se había olvidado de su Dios. Es allí que siente la voz de Krishna que le pide el agua. Todo fue una ilusión. El tiempo es perecedero y, por lo tanto, trae sufrimiento. Es maya. Solo el absoluto de Atman es permanente y verdadero. El tema del olvido es un recurso además tomado por el gnosticismo para hablar del despertar espiritual. El Himno a la perla trata una historia parecida, en la que un joven príncipe de India que viaja a Egipto a buscar una joya custodiada por una serpiente, pero se distrae por los placeres del mundo y se olvida de su propósito, hasta que recuerda luego su misión. La mente es anárquica y crea imágenes inexistentes. Según el zen, que teorizará esto posteriormente, la mente será como una fiera a la que hay que amarrar.

Otras de las formas en que aparece Visnú es como Maha Visnú encargado de todos los universos. También es visto Param-atma o la Suprema alma cósmica. Otro aspecto de representación es el Shalagrama Shila, una piedra sagrada de color negro y de forma esférica. Originalmente eran fósiles de amonites, aunque hoy por hoy, se lo representa con cualquier piedra redonda y oscura.

Las encarnaciones de Visnú

Los Dashavataras del Señor Vishnu

Entre las formas en las que Visnú es adorado están las varias encarnaciones o avataras con las que se presenta. En realidad, uso aquí la expresión “encarnación”, pero sin lugar a dudas, la más apropiada sería “avatara” o manifestación terrestre de un ser celeste o sobrenatural. En Occidente tenemos el fenómeno de Cristo que, siendo hijo de Dios, o teniendo una existencia previa, se encarnó misteriosamente en la tierra para salvar al

hombre. Algo parecido vemos en el Dios Visnú sin ser exactamente lo mismo. La concepción de “encarnación” dentro del espectro teológico de una religión es problemática per se porque complica la configuración simbólica de lo sagrado. Es decir, dificulta leer el tipo de manifestación que ostenta: si es monismo, emanantismo o diversas hipóstasis de una misma sustancia (esto último lo estudiaremos en el apartado del cristianismo con respecto a la Trinidad). Lo cierto es que la idea de avatara en la mentalidad india es correspondiente con su pensamiento unitivo, pero a la vez diverso y múltiple, sin que esto presente ninguna contradicción aparente. El Bhagavata Purana dice: “El Señor del universo asume muchas formas corporales; pero, aunque él penetra como el aire gran variedad de seres, él mismo es invariable porque no tiene cualidades sujetas a variación”.

La palabra sánscrita “avatara” significa literalmente “descender”. Empero, la desambiguación es dificultosa, ya que daría a entender como que un Dios “nace”, o pudiese ser “dado a luz” bajo la forma animal o humana. Lo que implica un vientre materno. (El mismo caso es aplicado en el budismo tibetano al Dalai Lama como encarnación del Buda diamantino). En la cuestión de los semidioses griegos estos eran seres híbridos mitad Dios y mitad hombre. Como los gigantes bíblicos hijos de la unión de ángeles caídos y seres humanos. Avarara también se entiende dentro de la mitología india como algo similar a nuestro concepto teológico de “hipóstasis”, es decir, manifestaciones diversas de una misma deidad sustancial (emanación limitada) como el caso de la Trinidad cristiana. Pero con respecto al tema que nos ocupa es entendido como que Visnú es al mismo tiempo Brahma y es además Siva. O que todos los Dioses son en realidad aspectos de una única energía femenina: la Sakti. Otro modo de entender este controvertido asunto es como “posesión”. Visnú penetra, entra en el cuerpo de otros, lo invade. Tanto Visnú como Siva penetran en los cadáveres de los crematorios, cuyos restos son adorados y consumidos (comidos) por algunas sectas sivaistas. Lo que sería algún tipo de “teofagia” similar, al menos en el fenómeno, al rito de la misa. Pero esto lo estudiaremos próximamente. Ahora volvamos a Visnú. Hay, por citar otro caso, avataras de Purusha, como Anirudda el nieto de Krishna. Otro es Pradiumna, o Vasuveda. A propósito, el mismo Brahma, Visnú y Siva lo son del Brahman.

Una versión en inglés del Garuda Purana.

Según los mitos puránicos, más específicamente en el Garudá Purana, Visnú vino entre nueve y diez veces a esta tierra en modo de avatara (dasavatara, dasa quiere decir “diez”, aunque otras versiones dicen once veces, o, en el caso del Bhagavata Purana habla de veintitrés: cuatro Kumaras; Varaha; Nárada; Nara y Naraiana; Kapilá; Datatreia; Iagna o Indra; Rishabha; Prithu; Matsya; Kurma; Dhanvantari, el que escribió el Ayur Veda; Mojini femenino; Nrisingha; Vamana; Parasurama; Viasa; Rama; Balarama; Krishna; Buda y Kalki). La razón: para restituir el dharma y salvar a los hombres en las Eras decrecientes o Yugas en las que el mundo estaba cada vez más decadente. Por lo general es Brahma quien pone obstáculos a la evolución, símbolo de la consciencia que distrae por sus pensamientos ondulantes y es Visnú el sueño que permite su pasaje. Aquí podemos retomar el ejemplo advaita que vimos, de la mente como espejo que refleja como maya el mundo de los fenómenos, entonces es Brahma quien da imágenes distorsionadas, Visnú como sueño las permite, pero también es fuente de iluminación al reflejar la verdad del Brahman en el avatara de turno como la revelación correcta de Dios. Por otra parte, es interesante percibir que cuando se analiza el panorama completo del

mito de las encarnaciones se puede ver que, a medida que las Eras involucionan, Visnú va, desde formas muy primitivas, pasando por formas humanas, a formas divinas, es decir, Visnú evoluciona espiritualmente. Como un progreso iluminativo. Como salir del estado onírico a la luz de Dios. Como un “positivismo” oriental. Estas encarnaciones progresivas son las siguientes:

1) Matsya, el pez.

2) Kurma, la tortuga.

3) Varaha, el jabalí.

4) Nrisingha, el hombre león.

5) Vamana, el enano.

6) Parasurama (Rama con un hacha).

7) Rama Chandra.

8) Krishna (el negro).

9) Balarama (el blanco).

10) Buda.

11) Kalki.

Algunas versiones consideran a Jagannatha (representaciones de Visnú con grandes ojos y saltones) como una encarnación más, así también como a Sri Cantaya, un reformador espiritual de la Edad Media que ya estudiaremos en breve. Veamos ahora una a una esta rica mitología, y a través de ella, quizás podremos articular una teología más definida y sistémica del vaisnavismo.

Matsya

Matsyavatar, fotografía escaneada del libro Indian Myths & Legends (mitos y leyendas indios)(Wikimedia Commons)

En primer lugar vemos la manifestación de Visnú en el pez Matsya. Tenemos que ubicarnos en la Krita Yuga (también conocida como Satya Yuga). Esta fue la época de la verdad, como estudiamos en un ensayo precedente, la Era primera. Corresponde en el mito del Génesis bíblico, comparativamente hablando, al mundo antediluviano. A la idea “atlante” en otras versiones. Sin embargo, si bien era una Etapa de abundancia y de cumplimiento de los preceptos del orden cósmico, en un momento dado, este dharma comienza a decaer. Como en la Biblia los descendientes de Caín y luego los ángeles caídos corrompen el mundo antediluviano. En la Krita Yuga aparecen una gran variedad de ritos. Debido a ello la estabilidad del orden divino empieza a tornarse inestable. Los Dioses deciden traer una destrucción por aguas. Aquí tenemos una versión de un mito del diluvio indio. Lo que estudiaremos a continuación tiene similitudes también con el mito mesopotámico de Gilgamés y con el Génesis. Las influencias de estas culturas sin duda contribuyeron a la idea similar del mito diluvial de la India. Aunque las versiones indias son tardías. Por lo que no se descarta una aculturación de misioneros cristianos. Manu—considerado el progenitor de la raza humana— era un hombre justo. Manu, Utnapistin y Noé cumplen una función mítica similar.

Un día Manu encuentra en un charco a un pez (Matsya) que le habla y le pide que lo salve. A cambio el pez le revelaría un importante secreto.

El Satapatha Purana dice:

“—¡Cuida de mí, y yo te salvaré!—dijo el pez.

—¿De qué me salvarás?—preguntó Manu.

—Un diluvio barrerá a todas las criaturas. Yo te rescataré de él—replicó el pez.

El pez creció de longitud; luego habló de nuevo:

—En tal año vendrá el diluvio. Construye una nave y ríndeme oración. Cuando las aguas suban, entra en la nave y yo te rescataré.

Manu hizo cuanto le fue ordenado y protegió al pez. Más tarde lo llevó al océano sano y salvo. Cuando el diluvio llegó, tomó refugio en aquel. Enseguida el pez nadó junto a su costado y Manu aseguró la nave en su cuerno. Manu viajó más allá de las montañas del norte. Descendió pues de las montañas del norte. El diluvio había barrido a todas las criaturas vivientes. Solo Manu quedó con vida” (Op. Cit).

En algunas versiones la nave queda varada en el monte Meru, el pico primordial, como en el Génesis el arca de Noé queda estacionada sobre una ladera de Ararat.

Kurma

La idea de que Brahma coloque enemigos de la verdad, como seres demoníacos, es una estructura muy usada y repetida aquí. En consecuencia, Visnú debe bajar o descender del orbe divino para reparar el mundo, pero al llegar lo olvida, viviendo problemas cotidianos hasta que se ilumina y rememora. Por ello Visnú está emparentado con el sueño de maya. La segunda encarnación de Visnú es en la tortuga Kurma. En Treta Yuga, la siguiente Era nacida después del diluvio, los Dioses estaban en peligro de perder su autoridad ante los demonios. Visnú mandó a preparar una bebida para fortalecer a los Dioses. Pero no había nadie que pudiera mezclar semejante cantidad de líquido. El Dios baja en forma de tortuga para hacer girar la montaña primordial como dentro de un mortero y así batir el brebaje. De esta forma los Dioses recuperaron su lugar.

Varaha

Inmensa roca excavada que representa a Visnú en su encarnación jabalí, representado de manera antropomórfica, en la caverna n.º 5 de las cavernas Udaigiri, en Vidisha. India; sostiene a su esposa Prithui (el planeta Tierra) con forma humana, desnuda.(Wikimedia Commons)

La tercera encarnación es en la forma del jabalí Varaha. El universo que salía del loto del cual Brahma nació estaba en peligro. Nuevamente la montaña primigenia comenzó a tambalear. El reinado del demonio Hiranyaksha puso en riesgo al mundo. Para que el monte no cayera y ocurriera una destrucción cósmica, Visnú descendió en forma de un jabalí escatológico y bajó a las aguas oceánicas. Con sus colmillos enderezó el monte primordial. Visnú luego de estabilizar el mundo vence a Hiranyaksha dándole muerte. Sin embargo, Brahma, sintiendo piedad por el hermano de este demonio, Hiranyakasipu, le permite vivir, además le promete que a él ningún Dios ni ningún hombre podrían hacerle jamás daño.

Nrisingha

La cuarta encarnación de Visnú es el hombre león, Nrisingha. El demonio Hiranyakasipu ante su promesa de inmortalidad se hace orgulloso y soberbio. Comienza a cometer excesos y la estabilidad del cosmos vuelve a correr peligro. Visnú no podía venir a la tierra en forma de un Dios, tampoco en la forma de un hombre, por el impedimento de

Brahma, por ello encarna en la forma de un ser mitad hombre y mitad león. De esta manera vence al demonio y salva al mundo. (A menudo a esta encarnación con forma de león se le describe con cuatro brazos, curiosamente similar al Dios Apedemak de la cultura Meroe al sur de Egipto).

Vamana

La quinta encarnación es el enano Vamana. Ya estamos en la Dvapara Yuga. Es cuando los Vedas se cuadriplican. Aunque algunas versiones dicen que esta aparición de Visnú tuvo lugar en la Treta Yuga. Bali, un demonio, había adquirido dominio sobre los tres mundos. Visnú en forma de un brahmán enano se presenta ante este gobernante y le solicita que le dé el territorio que con sus pies pequeños pudiera alcanzar. Bali, siendo que era un enano, se lo concede, ¿total?, ¿cuánto territorio pudiese abarcar? Vamana ahora crece inmensamente y se hace un gigante. Da tres pasos y abarca al mundo. Bali pierde su reinado y el mundo se estabiliza.

Parasumara

La sexta encarnación de Visnú es Parasurama o Rama portando un hacha. Esta encarnación es compleja. Es un humano y ocurre en el mundo de los hombres. Aunque hay versiones que ocurre en la primera Era, otras fuentes lo ubican en la Treta Yuga, es decir, más alejado de los orígenes de los tiempos; otras recensiones colocan el drama en la Dvapara Yuga (nos pareció más coherente esta última explicación. La razón de colocar este mito en el origen puede deberse a las referencias al agua sólida, como un memorial a la Era de hielo, justo después del diluvio). Este era un tiempo mítico de luchas y batallas. Era un mundo más cercano al humano. Del Visnú enano pasamos a un Visnú hombre. En ese tiempo había una lucha intestina entre brahmanes y satryas (rivalidad entre sacerdotes y guerreros). Parasurama se levanta con un arma mágica, dada por Siva, para asesinar a veinticuatro generaciones de guerreros decapitándolos. Otra versión cuenta que Rama mata a su madre cortándole la cabeza a instancias de su padre. Este sostenía que había cometido adulterio. Rama, arrepentido, pide que la resucite y que sus hermanos olviden el hecho.

Rama Chandra

La séptima encarnación de Visnú es Rama Chandra. Es la encarnación de Visnú más popular y corresponde a Rama, que ya vimos su historia en el Ramayana, en un ensayo precedente. Por ello no me extenderé innecesariamente en su mito ya que lo hemos estudiado (ver artículo “La espiritualidad de la India y su literatura” en https://estebanierardo.com/2023/09/07/la-espiritualidad-de-la-india-y-su-literatura/). El lector puede bien remitirse a él.

Krishna el negro

Krishna toca la flauta, cubierto por la serpiente-dios Ananta Shesha. Bajorrelieve en el templo de Somnathur, en Karnataka (India).(Wikimedia Conmmos)

La octava encarnación de Visnú es Krishna. El nombre Krishna significa oscuro, negro. Es una deidad muy antigua. Aparece ya en la Veda como de la tradición Vrishni. Y en la Chandogya Upanisad se lo menciona. En las representaciones se han modificado con el correr del tiempo, frecuentemente se lo suele mostrar también de color azul. Aunque es una encarnación de Visnú, es también asumido como el Dios de la totalidad. Es decir, como la deidad principal. Él mismo declara en el Bhagavad Gita IV, 7, 8: “Siempre que la rectitud decae y se manifiesta la injusticia, yo me manifiesto (…) para el restablecimiento de la rectitud, yo me encarno”. Otras acepciones de su nombre en cognados indoeuropeos tienen que ver con lo infernal. Repasemos a grandes rasgos su mito más popular.

Kamsa, un tirano, recibe una predicción que moriría a manos de un hijo de Devaki, por dicha razón la encarcela a ella junto a su esposo. Pero de todas formas queda embarazada todos los años. En consecuencia, manda a matar a sus hijos. Mata a todos, uno a uno. Pero Visnú se apiada de ella y se transfiere a su matriz naciendo en forma de Krishna. Cuando los hombres de Kamsa van a asesinarlo, el niño crece en tamaño y pasa desapercibido. Con la ayuda de su padre logra escapar y lo crían unos pastores. Krishna se llama ahora Govinda. Cuida de las vacas. Hay algunas representaciones medievales donde se muestra a la madre adoptiva del niño cuando lo liba con leche. Es interesante notar aquí que, en el rito de Jammashtami o cumpleaños de Krishna, los sacerdotes liban también con leche las estatuas del Dios. El niño es por demás travieso. En una ocasión roba un pastel y la madre le abre la boca para sacárselo y contempla allí la totalidad del universo. De joven se cría en medio de bellas pastoras, las Gopis, de la cual Rada fue su amante más querida. Enamora a las muchachas con su música de flauta. Pero le es negado casarse con Rada, ella está prometida a otro hombre. Es entonces que un Rishi lo lleva a una montaña y lo hace meditar. Allí se le revela el sentido de su vida, que él es Visnú. Deja a Rada y se va a cumplir con ese sentido. Dejar a Rada significa la renuncia a la ilusión para ver la suprema realidad. Lucha ahora contra Kamsa y lo mata, liberando así a la tierra de dicho tirano. Tiene diversas aventuras, pero la más recordada es la enseñanza a Narada (ya lo mencionamos en la historia del joven que va en busca de una jarra de agua). Las cosas de la vida son impermanentes, por tanto, nos hacen sufrir, pero el Señor es eterno. De adulto se hace cercano a su primo, Arjuna, y trava amistad con los Pandavas. Krishna participa en la guerra de Kurukshetra relatada en el Bhagavad-Gita. Se dice que con la finalización de esta guerra comienza la Era de Kali.

Krisna, al final de sus días, habiendo recorrido muchas experiencias y cumplido con el propósito de su vida entiende que ha llegado el tiempo de dejar el cuerpo y retornar al mundo de los Dioses. Es muerto por una flecha, confundido por un cazador con un venado, Krishna perdona al hombre que sin querer le arrojó el dardo y es colgado de un árbol. Al día siguiente los discípulos van a buscar su cuerpo y este ha desaparecido. Mientras el árbol está ahora, aunque fuera de temporada, lleno de flores.

Balarama el blanco

El culto a Balarama como manifestación de Krishna o de Visnú es practicado principalmente en el sur de la India. A este Dios se lo relaciona con el bien, la consciencia y con el ser (Ananda-sat-cit). Se lo reverencia igual que a Krishna y una de sus

advocaciones es en la forma de una serpiente. Balarama es un hijo de Devaki al que Kamsa quiso asesinar, pero mágicamente se traslada a otro vientre y nace alejado de su hogar. En la guerra de Kurukshetra se mantuvo neutral. Después de la muerte violenta de Krishna, su hermano falleció meditando de manera tranquila.

El Buda

La décima encarnación de Visnú es Buda. Esta encarnación es muy ajena al ciclo de Visnú. Solo se alude a ella en algunos Puranas. Evidentemente ver a Visnú convertido en Buda es una clara propaganda contra la nueva secta del budismo (siglo VI. a. C). Pero este avatara es una encarnación “histórica” de la Kali Yuga. Visnú baja a la tierra en modo de “falso maestro” para extraviar a aquellos incautos que le sigan. Ya que el Buda predicó la no existencia de Dios. De esta manera probará la fidelidad de los devotos hacia él.

Kalki

Esta es la última encarnación de Visnú. Todavía no ha ocurrido. Será en un futuro próximo cuando Kalki disuelva la Kali Yuga y termine con el ciclo completo de las Maha Yugas. Tiene un tenor apocalíptico. Similar a las estructuras que encontramos en otras religiones, como el judaísmo y el cristianismo, como las más conocidas, aunque también hay ideas finalistas en el zoroastrismo, en el islamismo y en culturas mesoamericanas. Visnú vendrá sobre un caballo con una espada, lo que nos hace acordar al Cristo Rey de la Revelación de Juan, cuando lidera a los jinetes y paso seguido traerá el Armagedón. El Visnú Purana nos ilustra acerca de esta Era final: “Los reyes serán de espíritu grosero, temperamento violento e incluso adictos a la falsedad y a la perfidia. Infligirán la muerte a mujeres, niños y vacas; se adueñarán de las propiedades de sus súbditos, tendrán un poder muy limitado y en su mayor parte ascenderán y caerán muy rápidamente. Sus vidas serán cortas, sus deseos insaciables y demostrarán muy poca piedad. La gente de muchos países, entremezclándose entre sí, seguirá sus ejemplos y mientras que las tribus más puras son rechazadas, los bárbaros gozarán de gran poder bajo el amparo de los príncipes. Por todo ello la gente perecerá. Las riquezas y la piedad disminuirán día a día hasta que el mundo esté completamente pervertido. Solo la propiedad conferirá nobleza, las riquezas serán la única fuente de devoción, la pasión será el único medio de obtener éxito en los ligios y las mujeres serán meramente objeto de gratificación sexual (…). De tal modo que en la Kali Yuga decaerá el florecimiento humano, aproximándose la raza humana a su aniquilación” (Op. Cit).

Otros rostros de Visnú

Una vez repasados los principales ciclos míticos de Visnú pasemos ahora a considerar la teología envuelta en esta tradición espiritualista. En el sur, en la cultura Tamil, a Visnú se lo adora bajo la forma terrible de Murukan. Los temas que dominan su culto son la poesía (akam, lit.: “interior”, “interno”) y la guerra (puram, lit.: “exterior”, “externo”). Sin embargo, hay un tercer género de una importancia coyuntural que es bakti

(“adoración”, “amor”) (C.f.: Flood, G.: El hinduismo, Madrid, 1998). Un tipo de culto con connotaciones emocionales y pasionales muy marcadas. Para estas configuraciones, lo sobrenatural lo invade todo, lo cual se manifiesta en los cuerpos, es decir, se muestra en los ritos de posesión y exorcismo. Murukan es un héroe que acepta sacrificios humanos y se regocija en las orgías sexuales entre devotos con sacerdotisas posesas. El tipo de ritual es conocido como bali, o sea, se entrega como ofrenda sangre, carne y secreciones sexuales (semen o menstruación) sobre los alteres que ostentan chorreras de inmundicias y otros fluidos. Posiblemente Murukan, a veces de aspecto esquelético, era una deidad aborigen adorada por los drávidas antes de la llegada de los arios. El ícono es la encarnación física de la númina cuya morada es el templo, por tal, la estatua o las representaciones icónicas son comprendidas también como avataras. Otras manifestaciones amorosas y sanguinarias de Murukan son bajo el rostro del clásico Visnú, Krishna o algunas formas de Siva.

Los sacerdotes tamiles son conocidos como alvars o sujetos “inmersos en Dios”, lo que los coloca en un culto que busca una vivencia mística inmediata. Deambulan por varios templos cantando loores a Visnú. La poesía extática de los alvars influyó notablemente en los cultos del norte. Esto se puede ver en la construcción de muchos Puranas. La tradición vaisnava heredó una visión dual del universo: como ser el culto al Dios Visnú puránico por un lado, y la devoción emotiva a los íconos como su liturgia extática presente en la literatura tamil, por el otro. El grupo de los Sri Vaisnavas, clan seguidor del homónimo maestro Sri Vaisnava (c. 1017-1137 d. C.) pensaban que hay que trascender la acción mediante escapar de la cadena de reencarnaciones e ingresar al cielo de Visnú donde el alma se reunirá con su Señor en amor indiferenciado. Este estado se alcanza por una constitución de apego al Señor Dios y despego al mundo fenoménico. Sea por esfuerzo primero y por gracia después. Esta comunidad en la actualidad está dividida en varias sectas.

Otra manifestación es la tradición Gaudiya. Es un tipo de culto centrado en la adoración emocional de Krishna y es característica del norte. Se articularon en torno a la literatura devocional y a las tradiciones aborígenes de Bengala. Su teología insiste en la devoción y relación de amor entre el devoto y el Dios. A través de lo devocional buscan una experiencia estética descriptas en la poesía lírica clásica. De allí, en 1486, Sri Cantaya, considerado una encarnación de Krishna y Rada en un solo cuerpo, dio origen a la tradición que hoy perdura en Occidente conocida como Hare Krishna. Esta pareja divina está unida en amor, los dos son uno y se encuentran inseparablemente unidos. El universo tiene a Dios como su causa material y eficiente. Si bien el mundo es maya se puede trascender la misma por la devoción contemplativa. Sri Cantaya, un brahmán que tuvo una experiencia de conversión extática, tomó votos de renuncia y se dedicó a peregrinar. Especialmente adoró a Krishna bajo la forma de Jagannatha. Krishna se une a Rada en un fuerte amor erótico y crea, conserva y destruye el mundo. Pero Sri Cantaya no fue el único fundador reconocido de escuelas a Krishna, contamos también con Nimbarka (c. 1000), Harivamsa (c. 1585) y con Vallabha (c. 1531).

Otro culto vaisnava del norte influidos por los drávidas es la devoción al Dios Vithoba, cuyos adoradores son conocidos también como sant, que significa “hombres buenos”. El Dios Vithova es considerado una encarnación de Krishna. A menudo este Dios, en el interior de las aldeas, se lo representa con una pila de ladrillos, lo que sugiere un origen

primitivo sivaista, aunque esto no esté confirmado. Sin embargo, en sus templos puede tener también representación antropomórfica como una imagen hecha de piedra. Otra de las manifestaciones de Visnú es en la forma de Rama (Ram) cuyos mitos ya hemos visto anteriormente con más detalle. Sus seguidores tienen como característica que son renunciantes y ascetas y por lo común no hacen distinción de castas.

Teología vaisnava

Estatua de Rāmānuja en el templo Madhura Mangalam Matt. Esta fotografía se promociona con la siguiente frase: «This is the picture of a hindu saint who is living for one thousand years» (‘esta es una fotografía de un santo hinduista que está vivo desde hace mil años’) (Wikimedia Commons)

Los vaisnavas son de la misma tradición Vedanta. O, por lo menos, tienen un fuerte arraigo en ella. Recuerde que el Vedanta se basa desde el Veda hasta los Brahma Sutras e incluye en algunas tradiciones el Gita. Es decir, hasta el fin del Veda. Esta tradición filosófica (o teológica, como se quiera) conocida también como prasthanatraya (las tres principales fuentes para alcanzar la ciencia del Brahman) presenta dos manifestaciones básicas. Es “no cósmica”, como el advaita, es decir, procura y especula sobre la búsqueda del Brahman como unidad indiferenciada (Gaudapada; Sankara), y “cósmica”, como analogía entre nuestro mundo fenoménico y la unidad divina (Ramanuja; Nimbarka; Vallabha; Cantaya). En otras palabras, no teísta y teísta. Mientras una busca la unidad la otra se realiza en la analogía. Esta última permite la construcción trascendente de una idea de religación como lo “religioso”. El dualismo (dvaita) permite articular un lenguaje religioso catafático, mientras que el monismo tiene una tendencia mayor al misticismo (a-dvaita) apofático. La escuela vaisnava visistadvaita es de esta categoría teísta. Al ser cósmica analógica (dualista), por así decir, es altamente devocional. Adorar al ícono es equivalente a adorar al Brahman, por lo que su acceso en más bien litúrgico, más que solamente filosófico. En otras palabras, permite la diferencia ontológica entre lo sagrado y lo profano. Lenguaje básico para que la clasifiquemos como “religión” (recuerde la complejidad de este concepto aplicado a las tradiciones espirituales de Oriente).

En la escolástica visistadvaita se destaca el pensador Ramanuja (siglo X d. C.). Esta escuela presenta especulaciones, entre otras, de epistemología. Vale decir, ostenta una teoría de conocimiento. Existe un conocimiento que procede del Sí mismo, constitutivo de la consciencia, y otro conocimiento que es atributivo de la consciencia encarnada. Esa atribución es la iluminación. Para lo cual postula tres tipos de conocimientos para acceder a esa iluminación: percepción (intuición), inferencia (razonamiento comparativo) y palabra (escritura). Cabe aclarar que intuición y percepción aquí son distintas: mientras una es un saber dado, el otro es un saber sensorial; empero, en esta episteme guardan correspondencias. Ramanuja pensaba que todo conocimiento es lo real, pero dicho conocimiento no crea la realidad, sino que la revela. Por tanto, todo conocimiento es completo. El problema de esta escuela es distinguir la maya, lo cual dificulta su cuerpo teorético. De allí la problemática metodológica: intuición-percepción. En su aspecto metafísico esta escuela cree en tres realidades últimas o tattva-traya: Dios (Isvara), alma (cit) y materia (acit). De estas solo Dios es una realidad independiente mientras las otras dos son dependientes de él. Alma y cuerpo son distintas de Dios, pero no separables de él. El alma participa de la esencia del cuerpo y, en tanto conocimiento, no cambia. El conocimiento atributivo expande al alma y llega a su máximo estado que es la liberación. Su cuerpo, a través de la cadena de muertes y renacimientos, va llegando por su parte a la liberación para encontrarse que son una única sustancia. La materi

atómica y es la que rigen las leyes de encarnación, asimismo los ídolos como otra forma anímica de avatara. La doctrina práctica consiste en el Karma-yoga, Bakti-yoga y Jnana-yoga.

Otras sabidurías vaisnavas las encontramos en el pensador Nimbarka (siglo XI d. C.) quien escribió un comentario del Brahma Sutra. Nimbarka era adorador de Visnú-Narayana. Esta encarnación de Visnú a menudo se la relaciona con una especie de absoluto y su visión eterna como Señor del ensueño (“hombre del agua” o del ensueño), es decir, con la absoluta personalidad del Señor Visnú. El tipo de filosofía que desarrolla Nimbarka es dvaita-advaita, dual y unitivo al mismo tiempo. Él sostiene que el mundo de las almas y de la materia es y no-es al mismo tiempo. Es decir, es idéntico al Brahman, pero es también diferente. Algo similar encontramos pues en la posterior escuela Madhyamika budista de Nagarjuna. En primer lugar, Nimbarka coincide con otros vedantines al sostener que Brahman es la única realidad independiente, sin embargo, está dotada de atributos (saguna) y, a su vez, es carente de ellos (nirguna). Brahman es eterno, omnipresente, omnipotente y omnisciente. Es la causa material y eficiente del mundo. Brahman es el Gopalakrishna o el niño Krishna acompañado por Rada. Es decir, la madre y el niño divino. Similar a las representaciones del pequeño Horus o el niño Jesús. Para este pensador, Nimbarka, el mundo de la naturaleza está compuesto de tres categorías: aprakrita, o material sutil de los cuerpos espirituales. (El espiritismo moderno ha investigado y especulado acerca del tipo de materia presumiblemente que pudieran componer a los cuerpos espectrales como el ectoplasma o el peri-espíritu), prakriti, materia sólida como naturaleza de la misma y kala, el tiempo, que, junto con la materia forman el principio básico de la existencia cósmica. Su Jiva o alma individual es una consciencia pequeña como un átomo que se expande al estilo del “aura”, según los ocultistas contemporáneos han especulado. Después de muerto, el alma no pierde su individualidad ni se funde con el Brahman desarrollando una identidad-de-la-diferencia entendida como una relación causa-efecto o de la relación todo-parte. Así como una vasija es y no es diferente al barro, así son las almas y la materia con respecto al Brahman. El alma no pierde su individualidad ni siquiera en la liberación. Solo realiza su similitud esencial con Dios. El amor de Dios es la vía de liberación.

Vallabha (siglo XV d. C.), al igual que Nimbarka, fundó uno de los tantos cultos a Krishna. Krishna Gopala, para este pensador, es el Brahman. Pero a diferencia de Nimbaka hay entre la deidad y el hombre una no-diferencia pura. Acercándose a un advaita radical. La realidad suprema es Krishna o Paramatman (el Sí-mismo supremo). Esta realidad suprema no es diferente del mundo fenoménico, tampoco es diferente del mundo que emanan de él. Vallabha hace una crítica al Vedanta de Sankara que mantenía la diferencia entre Brahman y maya. Krishna habita en una región mítica conocida como Aksara. No solo se presenta como el supremo, sino que también se presenta como creador de todas las cosas. Él es todas las cosas. En el principio Dios era único y deseó convertirse en muchos, por ello creó el mundo, por placer o por juego. Por tanto, el mundo es una transformación de la esencia misma de Dios. (Campbell cita de la Brihadaranyaka Upanisad lo siguiente: “Así, en el principio no había comienzo, no había otra cosa más que el Sí-mismo. Y el Sí-mismo, en un momento que no era un momento dijo: ‘Yo. Aham. Ego’. Y tan pronto como pudo pensó ‘Yo’, experimentó temor. Entonces razonó, aunque no era un razonamiento muy complejo –después de todo era el primer razonamiento-:

‘Dado que no hay nada más que el mundo, ¿a qué debo temerle?’. Eso eliminó el miedo. Por supuesto, no bien desapareció el miedo, surgió el deseo: `Deseo que haya otro’. Bueno, en aquel estado del ser, un deseo es tan válido como un hecho. El Sí-mismo se hinchó y se partió por la mitad, y hubo dos. Cada uno se unió con el otro y produjo algo”. Algo similar al relato del Génesis, pero en este caso Dios no está dentro de su creación sin que es externo. Cf.: Campbell, J.: El nacimiento de Brahman, Buenos Aires, 2004). En el proceso transformador Dios no es afectado ni sufre ningún cambio. Por tal el Brahman se transforma en sat (existencia o ser) pero no sufre alteración en cit (consciencia) ni en ananda (bien) ya que están latentes. El mundo no es irreal ni ilusorio, de hecho, no es diferente del Brahman. Lo único irreal es el samsara que está constituido por las nociones de “yo” y “mío” y es lo que ha de destruirse por medio del conocimiento, pero no así el mundo. Las almas individuales son parte del todo o Brahman, son una chispa de él como fuego absoluto. Son del tamaño de un átomo, pero llenan todos los cuerpos mediante el atributo de la inteligencia. Existen tres clases de almas: las que nadan en la corriente del samsara, las que siguen el camino del Veda y las que veneran a Dios con amor puro y recibe su gracia divina. Pasar del samsara al estudio de los Vedas requiere de la gracia y la relación devocional de amor espiritual de parte del sujeto para con Dios (que es lo mismo). Los que reciben la gracia (pusti-marga) reciben liberación inmediata. Krishna es el esposo divino de todas las almas y danza eternamente con ellas, además que se unen en su amor espiritual.

Para cerrar centrémonos una vez más en Sri Cantaya (siglo XV d. C.). Recordemos que fue el fundador de lo que se conoce en Occidente como el movimiento Hare Krishna o “Consciencia de Krishna”. Es un vaisnavismo bengalí. Esta escuela acepta la definición del Brahman hecha en las Upanisads como sat-cit-ananda. Pero Brahman tiene una variedad de poderes supra normales e inseparables. El primero es el poder personal (sat-sakti). Corresponde a su poder interno. Por medio de él este disfruta de su propia existencia y de la compañía de otros seres. El Ser puro está compuesto de tres saktis. El poder inconsciente del Señor que es responsable del universo material. El poder externo de Dios que presenta un aspecto cósmico e individual. Por el primero crea el universo, mediante el segundo, el jiva olvida su naturaleza y prueba las amarguras de la vida. Y la jiva-sakti de Dios forma la esencia de las almas infinitas y reúne a las otras dos fuerzas. Dios es sentimiento estético y goza de él. Rada es su sakti, y Dios está unido a ella por amor. El universo tiene a Dios como su causa eficiente y material. Brahman participa de la naturaleza del universo, pero no se agota en él. No es tocado por maya-sakti y las almas están relacionadas con él como chispas de fuego con la llama central como partes de un todo. El punto culminante es la completa entrega devocional y así el individuo llega a la liberación.

*Fragmento del libro inédito: “Teología e historia de las religiones”

El Templo Sri Ranganathaswamy, en Srirangame (Tiruchirapalli, Tamil Nadu, India) es un templo hindú dedicado a Vishnu. Ocupa una superficie de 630 000 m² con un perímetro 4 116 m, lo que lo hace el templo más grande de la India y uno de los complejos religiosos más grandes del mundo. (Wikimedia)

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