Por Sergio Fuster

La India antigua es manantial increíble de mitos, dioses, símbolos, ritos. El Dios Siva pertenece a la trilogía del trimurti, junto con Brahmán y Visnú. Siva es el danzarín aniquilador del cosmos pero también, como esposo de Parvati, se asocia a “Sakti», la fuerza cósmica de carácter femenino conectada con la magia tántrica, con el juego de la vida y el renacimiento desde una unión sexual divina. De su culto también participan los aghori (aghorapanthi), los famosos sadhus o ascetas, de vida solitaria, en el lado despoblado del Ganges.
La cosmogonía, los ritos de Siva, son parte de este nuevo y meticuloso estudio-ensayo de Sergio Fuster, investigador argentino de Historia de las religiones comparadas. Aquí Fuster nos propone el interés cultural por el Dios Siva, por su teología, su culto, «su sistema de pensamiento animista y sincrético». Una forma más de estimular en esta página la apertura a una perspectiva transversal, a un proyectarse a las distintas culturas, a otras formas del pensamiento y creencias, para imaginar los entornos misteriosos del mundo.
E.I
La danza del Dios Siva. introducción al sivaísmo, por Sergio Fuster (*)

En este estudio nos ocuparemos de algunos aspectos sucintos de la tercera manifestación del Brahman, en este caso como figura destructora cósmica: estamos hablando lógicamente del Dios Siva. Pero no solo como un aniquilador del cosmos, sino también como supresor del deseo, así como de las distracciones de la mente y sus movimientos.
En el culto a Siva se le dará especial énfasis a los principios de la magia, asimismo a la muerte y, sobre todo, a las figuraciones femeninas o consortes de los Dioses quienes son el receptáculo de la creación de una nueva vida. Por ejemplo, la esposa de Brahma es Sarasvati, la esposa de Visnú es Lakmi y la esposa de Siva es Parvati. Aunque estos aspectos femeninos serían formas que poseen una sola fuerza cósmica también de carácter femenino: “Sakti”. Pero de ello nos ocuparemos en ensayos futuros. Estudiemos primero a este complejo Dios, a su teología, a sus manifestaciones y a su culto, así como a las múltiples sectas que se nuclearon alrededor de esta númina y que desarrollaron un sistema de pensamiento animista y sincrético.
El culto a Siva es antiquísimo. Puede rastrearse, sin riesgo a equivocarse, a los cultos aborígenes prearios. Siva es una deidad adorada frecuentemente entre las clases populares y entre las castas bajas (o descastados) que habitan en los cementerios. Son conocidos entre otras designaciones como los djangamas. Según el orientalista y escritor Alain Daniélou (que no debe confundirse con el teólogo católico Jean Daniélou) el yoga proviene del protosivaismo. A menudo sus seguidores viven entre las cenizas de los muertos y son —o dicen ser— poseídos por los espíritus que habitan en los mismos campos de cremación.
Transfiguraciones de Siva

La figura de Siva, repetimos, es muy antigua y posee múltiples mascaradas que refieren todas a una misma entidad. El señalamiento más temprano lo encontramos en el Rig Veda donde se lo llama “Rudra”. A Rudra también se lo conoce como “el rugidor”. “Chillar”; “rugir”, es la etimología sánscrita del cual deriva ese nombre. Rudra es una deidad de la tormenta. Posee una efigie morena o negra y su vientre es de color rojo estando comúnmente vestido de pieles de animales salvajes. Posteriormente se pintó de azul, posiblemente por el mito que dice que bebió veneno de una serpiente o, según otras versione, fue picado por una de ellas. Verán que a Siva se le atribuye el mismo mito.
A Siva, como transfiguración más actual del “Rudra” antiguo se lo representa también con estampa masculina, femenina o neutra, indistintamente. En este sentido se lo visualiza como Siva-Sakta o como Kamesvara y Kamesvari. Aquí se ilustra a Siva con dos rostros, es decir, con la cara partida al medio, mitad mujer y mitad hombre, asimismo mitad del cuerpo está vestido con prendas femeninas y la otra mitad con atuendos masculinos. Bisexuales, eunucos y travestis a menudo encuentran en Siva un Dios que los identifica y canaliza su condición de género. En el rito de Kottankulangara chamayavillanku es una
oportunidad para que los hombres salgan a la calle vestidos de mujer. La in-diferencia entre los géneros, en esta ocasión, es considerada como de elevación espiritual. Esto es apropiado al símbolo que lo evidencia como principio creador indiferenciado. En el sur de la India existe el mito que cuenta que Siva tuvo un hijo consigo mismo, es decir, de la unión de sus lados opuestos. Su hijo recibe el nombre de Aiyanar Shasta.
Sin embargo, en su ambivalencia a-lógica puede presentarse tanto como un asceta que como un ser erótico reproductor (similar a la idea de la ramera-virgen en muchas mitologías). Con “erótico” me refiero en el sentido que es mostrado con su pene erecto y, además, es visto como padre de familia. El esposo ideal. Aquí entra en juego su compleja y diversa iconografía.
Comencemos con la idea del “asceta erótico”. Como tal está sentado en una cueva meditando en posición de yoga (similar al proto-Siva en la cultura dravídica). Tal vez en el monte Kalisa, lugar que en la actualidad hay treinta y cuatro tempos dedicados a la deidad, donde abundan emblemas de elefantes como base de las construcciones. Idearios similares encontramos en el mandala del chakra Muladhara o el coxis del hombre como el fundamento del monte Meru o la raíz del falo de Siva, donde descansa dormida la serpiente. Siva, como ya adelantamos, es frecuentemente de color azul. Está sentado meditando sobre una piel de leopardo o tigre, símbolo que ha vencido la animalidad de la mente. Tiene tres ojos. Con el tercero mata el deseo. Posee una medialuna entre sus cabellos enmarañados como símbolo del elemento agua o símbolo lunar (plano “astral” entre los ocultistas occidentales, o el especulo negro de manifestación de entidades espirituales, Yesod en la Cábala). Mientras con una de sus manos hace un mudra de la trimurti (Trinidad cristiana. En varios bajorrelieves de Cristo que datan de los primeros siglos del cristianismo está haciendo el mismo símbolo con sus dedos). En la otra mano porta un tridente. Símbolo del camino de la Kundalini (susunna, ida y píngala) o las tres serpientes. En su cuello tiene otra serpiente enroscada. Transmite la idea que la fuerza sexual ha alcanzado su garganta o el grado mántrico de la espiritualidad. Pero también es un báculo de poder. Por otra parte, posee el falo erecto. Este es representado en el lingam. Se masturba y eyacula su semen (bija, semilla) en la boca de Agni: el fuego sacrificial. De esa unión surgen sus hijos Skanda y Ganesha.
En algunas versiones del mito sus vástagos son fruto de su amor por Parvati, la Diosa-esposa. Esta es otra de las personalizaciones comunes de Siva, como padre de familia, junto a su esposa e hijos y su toro, Nandi, que hace la función de animal heráldico o “animal de poder” entre la cosmovisión chamánica. Nandi es un vehículo con el cual asciende su serpiente dormida y va tanto a los cielos como a los infiernos. El toro (esposo de la vaca sagrada) como potencia seminal es también un símbolo tántrico por antonomasia.

Ganesha, su hijo, es el Dios con cabeza de elefante. Recuerde que los elefantes son emblemas asociados a la númina en cuestión. Quizás este Dios zoomorfo sea uno de los más conocidos en Occidente. Es el Dios de la sabiduría, la prudencia y la política. Tiene un solo colmillo. El otro se lo arrancó y se lo donó a Viasa (el escritor legendario) para que lo utilice como pluma. Va acompañado generalmente por una rata. La rata simboliza el ego y su dominio sobre él.
El mito de Ganesha es muy interesante. Según algunas versiones no nació con cabeza de paquidermo. Siva y Parvati no podían concebir un hijo, pero Krishna en su compasión
le anuncia que les ayudará a través de un milagro. Algo bastante parecido al drama bíblico de Abraham y Sara (Sarai). Cuando Parvati da a luz, es un niño muy bello y poderoso. Los demás Dioses van a visitarlo y a rendirle homenaje. Tal como los astrólogos vinieron a venerar a Cristo en el establo. Pero el Dios Sani envidia la alegría de sus padres. Y para sus adentros maldice al niño. Al pasar a verlo le lanza un hechizo y el niño pierde la cabeza. Siva se encuentra desesperado mientras su hijo se estaba desangrando. Visnú, para ayudarlo, va rápidamente al bosque a buscar una cabeza y lo primero que encuentra es a un elefante pequeño. Decapita al animal y rápidamente le coloca la cabeza al niño. Por ello Ganesha tiene aspecto de elefante.
Otra de las advocaciones esculturales de Siva es el “Siva Nataraja”. Esta talla es frecuente en Occidente. Es conocida como la estatua de Tillai. Siva aquí es el señor de la danza frenética. El baile simboliza los ciclos cósmicos de creación y de destrucción, así como la presencia y la energía rítmica de todo el cosmos. Representa la interconexión entre lo material y lo espiritual. Está danzando parado en una sola pierna sobre un enano penitente. Según el mito algunos enemigos le mandaron un enano al Dios, que simboliza al mal, llamado “el demonio del olvido”. Siva inicia su danza cósmica para matarlo, suprime al olvido. Vemos aquí que Siva tiene cuatro brazos con los que blande distintos elementos de destrucción. De su cabello, como una Medusa, surgen muchas serpientes. Y lo rodea un círculo de fuego. El enano es la ignorancia que Siva condena a sus partes más bajas, al igual que a la serpiente. Vence a la muerte en la resurrección del héroe. Esa danza es la danza cósmica para crear, conservar y diluir al mundo. El círculo de fuego es la maya o la apariencia fenoménica del cosmos el cual Siva controla. Las serpientes en su cabeza son testimonio que ha ascendido la energía serpentina de la Kundalini.
Con respecto al Siva danzante, motivo que se reitera con insistencia, encontramos varios mitos interesantes. Muchos de ellos son cosmogónicos y otros ubicados narrativamente en tiempos terrestres originarios. Repasemos un cuadro conocido: Visnú está acostado sobre la serpiente de cinco cabezas. Es un mundo onírico. De su ombligo surge una rama de loto y al florecer aparece Brahma quien respira y da lugar al tiempo cósmico. En el universo está Siva danzando y girando, con lo que hace el universo, un lugar que evoluciona de lo sutil a lo físico. Mientras Brahma simboliza el plano espiritual más alto (causal o ananda), Visnú es el plano de la mente (manas) y Siva el plano de vijñana y prana (sutil o astral-etérico) que da lugar al plano denso de lo físico como centro de manifestación o creación material. Esto estará trazado en los yantras que son trazados geométricos sobre círculos mandalicos, similares a las “tablas de trabajo” en la magia ceremonial occidental.
Continuando con el cuadro de la danza, hay un mito conocido que es cuando Siva se casa con Parvati (Rudra y Umma en la versión más antigua). Parvati era hija del rey Daksha. Un día el monarca se propuso hacer una fiesta y un gran sacrificio. Siva se ofreció a llevarlo a cabo. Pero el rey no lo invita. Parvati muy entristecida se suicida. Siva encolerizado y doliente danza en el cosmos llevando en sus brazos el cadáver de su esposa aún caliente. Por eso luego adoptó vida de asceta, como ya describimos.
Otra versión del mismo mito es que Siva, como asceta cósmico, es seducido por Sati -la que es. Sat verbo “ser”-. Sati en realidad es Maha Devi o la Diosa cósmica. Encarna en Sati para que junto a Siva brote el mundo de la materia (prakriti), o sea, el mundo tal como aparece. Siva y Sati se casan y surge la creación de la maya. El padre de Sati,

opuesto a esa unión hace un banquete y no invita a la pareja. Sati en protesta se incendia a sí misma y Siva asesina a todos los asistentes. Siva danza con el cadáver de Sati, lo que inaugura el rito de “Sati”, la esposa que se inmola en la pira funeraria de su esposo. Sati ahora reencarna en Parvati. Cuenta el mito que Parvati es Durga y Kali a la vez. Son Saktis. Juntas conforman a la Diosa Tripura Sundaya la madre de tres rostros. Siva, a pesar que no quería sentir más pasión se enamora luego de Parvati. El Dios quisiera seguir siendo asceta y por tal, con su tercer ojo lanza un rayo sobre Kamaveda el demonio del amor -algo similar tenemos en el mito de la iluminación de Buda-. Muerto Kamaveda el mundo se quedó sin sexo y la humanidad estaba en peligro de su extinción. Por ello los humanos le ruegan a Siva que resucite el deseo y este accede. Pero para no caer presa de Parvati se transforma en mitad hombre y mitad mujer. La unidad para escapar de la dualidad. Algo similar vemos en los arcanos del Tarot. El misterio seis, “Los enamorados”, donde el héroe se dirime entre su madre y la virgen. En la otra figura “El carro” el mismo protagonista elije la soledad, así logra la unidad de los opuestos.
Teología del lingam
Estudiemos ahora las ideas que se construyeron en torno al lingam. Este perfil de Siva decidí tratarlo aparte por su importancia religiosa y también por sus implicancias en la magia tántrica.

El lingam es explicado como un “signo”, “hito” o “estaca” que marca un terreno, a veces se usa como una presencia anicónica de Siva (Sivalingam). La estaca indica el fin de algo y el inicio de otra cosa. Muerte y renacimiento. Disolución y reconstrucción. En esto coinciden casi todos los especialistas. Es presentado con una roca enhiesta símbolo de un pene erecto (donde a menudo están dibujados los tres niveles del universo, que en el cuerpo se los representa como cabeza, tórax y abdomen) y listo para la penetración en el yoni (vagina o agujero).
El yoni a menudo es el poder femenino (Sakti), literalmente es un hoyo, o es un diagrama, como un círculo o un triángulo descendente. Mientras el lingam está demarcado con un triángulo ascendente. La unión de ambos triángulos simboliza la cópula sexual divina. (En las figuras de encastre queda plasmado algo similar a “la estrella de David”. Que en magia planetaria son la residencia de los siete planetas conocidos en la antigüedad —con el punto central—y sus metales, como por ejemplo en las terrazas de lo ziqurats mesopotámicos. La diferencia es que tiene en su centro un punto o vimana central, símbolo del semen o la semilla, la nueva vida creada por dicha unión. El coágulo yantrico. También aparece el mismo dibujo en el chakra cardíaco Anahatha. Muchas veces se dibuja en él un animal cornudo. Que puede corresponder a los sacrificios reales de cabras de las tradiciones a Kali Ma o de las expresiones afroamericanas cuya fenomenología es casi igual).
Teológicamente el lingam dentro del yoni simboliza la transmutación del proceso alquímico donde se lo visualiza como algo luminoso. Un signo de fuego. Es Siva mismo. Es el Siva generador, engendrador, pero no engendrado. Al lingam no se lo venera, esto es falso, sino que se venera a quien en él se manifiesta. Es la entidad prolongada en la hierofanía. La númina. Siva así es todo goce, todo amor, y el universo del que brota el placer. El triángulo “yónico” está señalado en cada uno de sus tres ángulos como acción,
deseo y sabiduría. El lingam es el eje del mundo o la montaña primigenia, columna vertebral (como la del Dios Osiris) que penetra desde el punto o vindhu. Así el semen del lingam simboliza a Agni. El “glande” del lingam es Siva como creador. El tronco o cuerpo largo es Visnú siendo idealmente octogonal (aunque cualquier piedra puede reunir estas características), y su pedestal o “testículos” es Brahma, la potencia.
Al lingam también se lo muestra con cuatro caras o rostros: como Tat Purusha o el aire (mira al Este en el rito); como Aghora (éter mirando al Sur); Vama-Deva o el fuego (Oeste) y Sadyosata o agua (Norte). Al lingam también se lo asocia con una serpiente, con la energía latente dormida, ya que se encuentra inconsciente. Es el principio creador y su culto se halla en tres manifestaciones fenoménicas: mantra (fórmulas mágicas); yantra (sigilos); tantra (gestos, actos y textos mágicos). Según J. F. Noel rescata la siguiente versión mítica paralela del lingam, esta se refiere al Dios Yxora, que se identifica comúnmente con el Príapo griego. Yxora robó a los brahmanes a sus muchas mujeres y las violó. Los brahmanes enfurecidos pronunciaron maldiciones sobre su miembro. Por ello se le echó a perder y perdió su uso. Yxora rogó para que su miembro volviera a funcionar. Razón por la cual se le hacen oraciones al lingam. Otra vez se puede ver como mito y rito tienen puntos de apoyo. Otra versión del mito dice que el falo de Yxora era tan grande que no podía tener coito con ninguna mujer. Por ello se lo troza en doce pedazos y con ellos crea el mundo. El falo, en esa versión, es el universo.
Cosmogonía sivaista
La teología saiva no presenta dogmas demasiado definidos en sí, como tampoco hay separación entre filosofía, ciencia o religión. Según el Atharva Veda el ser en el origen era lo incognoscible, lo imperceptible, lo inactivo. De ello surge el éter o el Akasha. De él aparece la base (Purusha) o lingam y la naturaleza (Sakti) o huevo yónico primigenio y de allí el primer esbozo del Yo.
El Yo primordial está compuesto de dieciséis tattvas (“principio”, “realidad”, “verdad”) o “elementos” o aspectos determinados de la realidad que forman lo que percibimos. En definitiva, la definición de tattva es “elementos de la realidad”. Serán similares a los dharmas atomistas en el budismo. Cinco estados de la materia, cinco formas de percepción y cinco formas de acción además del pensamiento. Este creador del universo es el mismo Siva cuyo nombre significa literalmente: “El atenuador de los pecados”. So significa “adelgazar”, “atenuar” y Siva significa el sujeto que atenúa, el que es propicio. Él es todos los Dioses y todas las Diosas.
El Linga-Purana presenta a Siva como alguien que vino a la tierra durante la época en que Visnú descendió como Krishna. Pero no fue un avatara al estilo de las manifestaciones de Visnu. Siva baja en forma espiritual y su númina posee o “penetra” dentro de un cadáver del cementerio Kayarohana, el cuerpo que “monta” era de un gran maestro muerto, Lakulin. Bajo esa forma “zombífica” toma cuatro pupilos bajo su tutela a quienes inicia en los misterios del sivaismo. De estos cuatro pupilos salen las cuatro principales escuelas de Siva: Saiva siddhanta; Virasaivismo; Sivadvaita y el Sivaismo de Cachemira. Mencionémoslas brevemente.

La escuela Saiva siddhanta es en realidad el sivaismo tamil. El nombre de esta corriente quiere decir: “La conclusión establecida”; “La posición última”. Sus textos constan de veintiocho Agamas o himnos a los santos saivas. En esta literatura se encuentran las referencias más antiguas al culto a esta deidad. La tradición indica que aparecieron en la historia sesenta y tres santos saivas que ayudaron a la humanidad y mostraron el camino correcto a los hombres. Sin embargo, no hay doctrinas sistemáticas claras. Más bien su teología es un tipo de realismo pluralista y dicha realidad está dividida en Dios, el alma y aquella fuerza que la enlaza. Dios (pati) es una realidad suprema y es la causa eficiente del mundo. El mando es, en este caso, un tipo de “artefacto” en manos del supremo, siendo Siva el fundamento inmutable ante los incontables cambios, pero como Dios es conocido también como Hara (Sivah o Sivam).
En la trimurti es el ser superior y el que gobierna la pralaya o la disolución cósmica. Siva es Nirguna, pero no significa en este caso que sea “sin atributos”, es solo carente de gunas de prakriti (sattva, rajas y tamas). Siva no solo es trascendente, sino inmanente al mundo. Es el universo y a la vez es el creador del mismo. Sin embargo, recuerde que en ningún caso esta inmanencia debe confundirse con el panteísmo. Siva es la causa operativa del mundo, pero no material. La causa material es maya. Siva no tiene avataras, está exento de ello. No reencarna ni transmigra. Aunque sí adopta formas perceptibles para sostener a sus adoradores. Una forma preciosa es el gurú. El mundo es ilusorio, maya. Dios es cit (consciencia) y el universo es a-cit (inconsciente). Siva lo ilumina con su mirada omnisciente. Las almas son infinitas, pero a causa de su impureza experimentan su infinitud. A través del yoga pueden liberarse de esta atadura ilusoria y despertar.
Mencionemos ahora la escuela del Virasaivismo o también conocida como Lingayatismo, esta tiene su origen en cinco maestros antiguos que establecieron instituciones monásticas. Adoran al lingam -o lo que allí aparece- y estudian los Agamas o textos devocionales. (Aceptan a los Vedas y a los Puranas). La realidad suprema es “Para Siva” y sus cualidades son bien, consciencia y ser (ananda-sat-cit). Sakti reside en Para Siva como atributo inseparable y es la que trasforma al universo en perceptible fenoménico. La creación de Sakti evoluciona y la disolución implica el retorno nuevamente a Sakti. En cuanto al alma individual, en tanto conoce a Siva a través de Sakti, extingue su karma y rompe con la cadena del samsara. Esto es moksa o la liberación.
La siguiente escuela es Sivadvaita. Es una corriente fundada por Srikantha, un maestro contemporáneo a Ramanuja. Identifica al Brahman con Para Siva quien es superior a las deidades de la trimurti. La idea es relacionarse tanto con Dios como con la materia. Aquí hay signos de un sivaismo no dualista. El Señor Supremo no solo crea, conserva y diluye, sino que, asimismo, oculta y da la gracia, llevando el proceso cósmico a cinco manifestaciones. Cree que Brahman es causa material del mundo, así como el alma del universo. Consta de cierta inmanencia y trascendencia al mismo tiempo, ya que las cosas son “en” Brahman. Su consorte es Uma, luz e inteligencia suprema, bienaventuranza, la causa de los tres ojos del universo. Siva aparece bajo ocho nombres: Bhana, Sarva, Rudra, Isana, Pasupati, Ugra, Bhina, Mahadeva. Aceptan las Upanisads y las doctrinas comunes del Brahman. Enseñan que el alma es del tamaño del átomo y la meditación logra no solo esa comprensión sino por añadidura la liberación final: la iluminación. Se manifiesta en la naturaleza real del Sí-mismo siendo el goce supremo.
Por último, tenemos el Sivaismo de Cachemira. Se fundación se le atribuye al mismo Siva quien se reveló en sutras al sabio Vasugrupta. Cuando estaba meditando en una
cueva dentro de una ermita le fue revelado milagrosamente un texto. Estos textos constituyen la base de esta escuela.
Según versan, la realidad última es Sambhu o Siva, el Dios supremo; también hablan de atma, el Sí-mismo de todos los seres, inmutable y siempre perfecto. Siva es consciencia pura, experiencia absoluta, el Supremo, por lo tanto, la meta es el alcance de esta consciencia pura. Ahora bien, el universo se manifiesta en Sakti, la energía creativa, el poder, y esta escuela le da mucha importancia a la teoría de los tattvas (realidades). Siva tattva es la realidad última, es la primera etapa de manifestación como proceso, luego viene la Sakti tattva. Esta está separada de la primera. Es ananda, bienaventuranza, movimiento. Seguidamente viene Isvara-tattva, la experiencia del ser y la facultad de conocimiento que tiene un sujeto. Se desprende luego Sadakhaya tattva que es la realidad misma del yo. Yo y esto. La dualidad. Estas son el orden puro; ahora el orden impuro son las restantes tattvas, es decir, el orden de manifestación o la maya. Maya es la facultad de ocultamiento, su propósito es limitar la experiencia tanto en lo que refiere al sujeto que experimenta como al objeto que es experimentado. El Sí-mismo universal se va oscureciendo en la pluralidad de maya y en las almas y las cosas, como un adormecimiento. Estas tattvas son: tiempo, espacio, apego, ignorancia o conocimiento incorrecto. Luego están las tattvas que envuelven al alma y son responsables de su finitud: ahamkara y budhi (ego e intelecto) como elementos mentales limitantes. Siguen los órganos de los sentidos y su naturaleza, además de los cinco elementos y la realidad externa. Solo la moksa o liberación mediante el yoga puede liberarnos de esta cárcel.
Para concluir el Paramarthasara dice: “Cuando la imaginación de la cualidad se ha desvanecido de esta forma y ella -el alma liberada- ha superado la ilusión de maya, se fusiona con Brahman, como el agua con el agua, como la leche con la leche. Cuando, por medio de la contemplación el grupo de elementos se ha fundido con la sustancia de Siva, ¿qué pesar, qué engaño puede recaer en quien reconoce el universo como Brahman?” Cf.: Vols. 51-52, Jras, 1910, p. 734.
Los aghori

Los aghori (aghorapanthi) son unos sadhus o ascetas que se desprendieron del Sivaismo de Cachemira en el siglo XIV llevados por un maestro, Kapalika, y merecen una mención aparte. Están solos en retiro. Es difícil verlos, se asientan por lo general en el lado despoblado del Ganges a la orilla opuesta de la cuidad, solo aparecen cuando se acercan a los poblados por razón de alguna ceremonia. Son conocidos por su necro-canibalismo, es decir, por comer carne de cadáveres crudos o quemados después de alguna cremación. Consumen drogas. Están generalmente desnudos o con alguna túnica.
Son devotos de Siva en su rostro terrible de Bhairava. Este aspecto de Siva es temible, se lo representa pintado de color rojo y con la cabeza decapitada de Brahma en su mano. Se dice que todos los aghori son seguidores del primer sacerdote mítico sacrificado, Gorokhanat, que según la leyenda fundó el Hatha-yoga. Es el primero de ochenta y cuatro maestros míticos. Gorokhanat fue enterrado en posición fetal y se colocó un lingam en su tumba, estando así en eterno samadhi. Se convirtió en un jivan mukta (Hombre muerto o uno que superado la cadena de renacimientos). Se creía también que su espíritu vagaba en forma terrorífica. En el budismo tibetano esta figura sobrevivió como Vajrasattva.
Matsyendranath fue su discípulo principal y se lo consideraba como una especie de encarnación de Siva. Mediante prácticas avanzadas de Hatha-yoga se decían que podían poseer cadáveres transfiriéndoles su consciencia. Esta práctica oscura y secreta sobrevivió en el budismo tántrico.
Con respecto a lo femenino también veneran a la Diosa Tara. Su nombre significa “estrella”. Su iconografía es similar a la Diosa kali, pero con la diferencia de que esta es simbolizada con un loto y una falda hecha de piel de un animal salvaje. Según el mito, Tara salvó a Siva cuando fue envenenado y quedó de color azul. Tara es la matadora de la serpiente o aparece a veces decapitando a Siva. Las rameras aghori se las conocen como las kapalinis y poseen un estatus sagrado. Se entregan a orgías en los equinoccios en primera y otoño. Las oscuras Matrikas (Madres feroces) o Maha Vidyas son las siguientes: Kali; Tara; Bhuvaneshwari, el vacío cósmico; Dhumavati la Diosa viuda; Bhairavi, la consciencia; Cchinnamasta, la Diosa autodecapitada; Matangui, el alimento en mal estado; Bagala, Diosa de la respiración y de la magia negra y Kamalatmika, otra advocación de Laksmi.
Los Aghori, no solo consumen cadáveres desafiando a la muerte, sino que andan con cráneos humanos que utilizan como cáliz para beber su propia orina y recogen sus heces para luego untarse el cuerpo con ellas. Fuman marihuana y beben abundante alcohol. Creen alcanzar la salvación a través del lado oscuro. Hacen rituales secretos sobre cadáveres que utilizan como altar. Se sabe que practicaban del mismo modo el sacrificio humano. Los voluntarios se lo comunican al sacerdote y adquirían estatus sagrado. Las víctimas eran vistos como Siva en la tierra. El día de la Diosa eran decapitados, otros eran estrangulados en honor a Kali, para después descuartizados. Se creía que sus restos generaban poder y luego se enterraban para fertilizar la tierra. Tiene además relaciones sexuales entre los restos de los muertos y en ocasiones practican la necrofilia.
Las prácticas en los cementerios se conocen con el nombre de smasana. Como dijimos meditan sentados en cadáveres. El cementerio simboliza la totalidad de la vida psicomental y los cuerpos mortuorios representan lo sensorial y lo material. Así el yogui (vira) quema las actividades que lo alimentan del mismo modo que los restos del crematorio. De esta manera, se cree, se finaliza más rápidamente la combustión de las experiencias egoístas. Se liberan también del miedo a los demonios y se los somete. Creen que todo esto les da poderes sobrenaturales. Sus cuerpos están impregnados de cenizas de muertos, similar al mito en el cual Siva, con su tercer ojo, fulmina a Kama, el deseo, y este arde en fuego, las cenizas Siva se lo coloca en su cuerpo, de ahí la idea de ese color azul. Siguen así la vama marga o camino de la mano izquierda (Cf.: Eliade, M.: Yoga, inmortalidad y libertad, Buenos Aires, 1957).
Generalidades del rito saiva
Mientras al Dios Brahma se le dan generalmente sacrificios de vegetales, leche y flores, Siva recibe aparte de ello carne, alcohol y secreciones sexuales. Es decir, eso abarca lo que se conoce como las cinco “emes” (cinco makaras: grano, pescado, cereales, carne, vino y relaciones sexuales). Esto es para darle naturaleza material a las núminas, para que aparezcan y se corporicen de laguna manera. Guardan, en definitiva, el mismo principio de la Alta magia occidental. Siva es invocado al poseer el lingam. Piensan que esa entidad luego “monta” a algún devoto del que hay que desterrar al terminar el ritual mediante una ceremonia de exorcismo. Del mismo modo Siva está en el ícono y lo carga de energía. Practican la iniciación y el yoga kundalini, así como también son víctimas de la posesión, aunque algunos lo consideren un privilegio “dar” su cuerpo a los espíritus. Igualmente se envuelven en prácticas sexuales tántricas como símbolos de unión entre el Dios y la Diosa.
Las energías numinosas pues son controladas a través de yantras o círculos mágicos de manifestación que funcionan como “jaulas” de la meditación en el caso que el yogui entre en un estado patológico. Los yantas son soportes de energía. Son diagramas geométricos con ángulos que están encerrados en círculos donde no hay lugar para que la entidad que invocan pueda entrar en las mentes y desestabilizarlas. Se cree que estos círculos dan poder al meditador tanto para sanar como para matar. En el caso de los triángulos que mencionamos recién, estos poseen en cada ángulo un punto o vindhu de colores: blanco, rojo y mixto: vindhu, nada y bija o los tres aspectos del Señor. Otro simbolismo está en la relación de la luna, el fuego y el sol, que posee las siguientes correspondencias: Brahma, Visnú y Rudra (kama kala) o el deseo, el conocimiento y la acción; en el mantra tenemos el famoso a-u-m (om) y con relación a las ofrendas sacrificiales: carne, pescado y grano; rajas, tamas y sattva.

El rito es principalmente de puja y bali. Es decir, ofrendas vegetales, florales y sacrificios cruentos. Literalmente sangre. El sostén metafísico y teórico que basa la eficacia ritual son establecidos a través de la creencia de que el cuerpo humano está compuesto por “envolturas” (koshas), como si fuese una cebolla, y cada envoltura es una especie de “aura” energética que se manifiesta a través de distintos niveles vibracionales. Por tal en los principios generales del rito su teoría esta sostenida en la creencia que el hombre es un ser mixto (cuerpo físico, sutil, mental y causal). Estas envolturas se conocen también como “vainas”.
La narrativa que sostiene esto es la siguiente: el jiva como cuerpo se encuentra en constante vibración por las gunas. Estás varían de rigidez, regularidad, rapidez y complejidad. Las vibraciones son rápidas y estables y buscan armonizarse. Por tanto, los mantras, al ser símbolos sonoros, ponen en movimiento ciertas notas vibrantes y dan poder. Si se vibra en la frecuencia correcta el devata, es decir, la figura del Dios como forma, penetra más fácilmente en las envolturas. Si una persona es grosera, vale decir, poco espiritual, el mantra puede causarle daño. Por ello los objetos dicen tener propiedades magnéticas. Sus vibraciones que pueden emanar, por ejemplo, por el poder de la oración (recitación, cánticos o letanías), afectan a los objetos que están cerca, como también pueden energizar el agua (el principio del agua bendita) u otros utensilios; pues además se le entregan flores (símbolo de muerte y renacimiento) y son evidencias de amor al Dios (flores rojas). Por su parte, el linga es signo del pilar de fuego, destrucción y reconstrucción. Los múltiples brazos de las imágenes son representaciones del apoyo protector del Dios. Protegen las cuatro puertas del mandala o los cuatro puntos cardinales, símbolos de cruces. Son, en definitiva, el efecto creador, conservador y destructor en la pralaya, atributo de la trimurti.
De esta manera el culto externo como acontecer ritual debe convertirse en culto interno o psicológico. La imagen, por su contorno, por las vibraciones sonoras que son “formas en sí”, transmiten o se graban mentalmente en la consciencia y esto se imprime en los
campos invisibles, mentales y sutiles, función que el símbolo trae nuevamente o hace presente a ese espíritu de esas formas determinadas.
Esto sin duda está sostenido por principios mágicos. Se cree que una imagen tiene potencia inmanente y, a la vez, trascendente a ella. Esa imagen preparada, santificada por un mantra y por la fuerza devocional que se deposita sobre ella por el adorador en su liturgia le otorgan una inmensa potencialidad. De este modo, se cree además que se convierte en un centro magnético del cual emanan dinámicos fluidos, siendo depositaria de potencias numínicas o cuerpos invisibles ónticos que el adorante crea mentalmente; en otras palabras, su estado de consciencia devocional está en sintonía con esa “aparición” numinosa. Entonces, si la imagen del santo o Dios es benéfica transmitirá esas ondas vibracionales, pero, por el contrario, si es negativa, siniestra, el ícono otorgará también vibraciones enfermas y peligrosas para aquellos que están cerca del objeto cargado de poder maligno. Mientras la imagen santa crea emanaciones de paz y quietud, la imagen maléfica emanará presagios de dificultad y muerte.
En India, como en cualquier cultura, ya que todas sostienen principios fenoménicos similares, tienen ritos para “cargar” a la imagen, para darle potencia, ya que el principio es universal. La imagen se coloca sobre un círculo mágico, un mandala, sigilo o vévé. El diagrama atrae al Dios. Le da cuerpo. Son trampas para cazar a la númina y obligarla a servir al operador. Colocada en el centro se dibujan bajo ella dos triángulos enlazados, símbolos de la conexión cielo y tierra, o sagrado y profano, o Siva y Sakti. Esto daría seis ángulos dentro del círculo. En uno se coloca agua, mirra, sal e incienso, y en los dos ángulos restantes velas encendidas. Se cubre a la estatua con una tela blanca y se la deja bajo la luna toda la noche, al otro día, se cree que está descargada de la energía anterior y cargada de una nueva energía que le es propia.
Ritos funerarios

Los ritos funerarios, como sabemos a estas alturas, están sostenidos por las doctrinas escatológicas de cada pueblo. En India cuando alguien muere se entiende el acontecimiento como un gran peligro de contaminación para la familia. Los métodos de disponer del cadáver son por inhumación y por cremación. Pero no todos poseen dinero para la costosa incineración, por ello algunos, especialmente en Benarés arrojan los cuerpos enteros al río, muchos de ellos como mencionamos son recogidos en la orilla opuesta donde son devorados por los ascetas. Ahora bien, la inhumación son recursos de las castas bajas, ya que no disponen del dinero ni de la pureza ritual para cremar a los difuntos. Pero también se usa para los niños, creen que murieron porque terminaron de extinguir su karma y no es necesaria la cremación. Tengamos en cuenta que la cremación es debida, en parte, a la creencia en el samsara, dogma conocido por nuestras latitudes como la “reencarnación”. Todavía no hemos estudiado a fondo las implicaciones metafísicas de esta doctrina. Me lo reservo para los ensayos sobre yoga, ya que me pareció importante por lo menos mencionarlo allí. Por ahora veremos estos detalles acerca del rito funerario como método cultural y apelaremos a lo que el lector popularmente sabe de la doctrina del samsara conocida mejor como “reencarnación” y que nosotros diferenciaremos del concepto de moksa, con ello, por ahora es suficiente.
Otro grupo que no necesita cremación son los hombres considerados santos, los jivan mukta, aquellos que han alcanzado la liberación en vida y al momento del deceso ya están realizados espiritualmente, por tanto, su cuerpo continuará incorrupto. Los fenómenos de los “cuerpos incorruptos” son propios del misticismo de muchas religiones, como, por ejemplo, algunos cadáveres de santos cristianos. Pero no es exclusivo de esta creencia. Por otra parte, la cremación o incineración es vista como una especie de sacrificio ya que esta ofrenda de fuego evita la contaminación ritual que cae sobre la familia del difunto.
El cadáver es especialmente preparado para su incineración. Es afeitado, lavado y cubierto con lino. Se lo acuesta sobre una plataforma con la cabeza hacia el norte y los pies hacia el sur. El norte, lugar a dónde apunta la cabeza es símbolo de riqueza o del Dios Kúbera. Esta deidad particular era un espíritu elemental conocido como iaksás del bosque que adquirió estatus de Deva. Su iconografía es de un ser deforme, panzón, con tres patas y ocho dientes. Algunos lo relacionan con el Buda de las riquezas que también es similar, pero los budistas tienen un Dios Yambhala que cumple esa función. Si la cabeza apunta al norte el lado izquierdo apunta hacia Varuna, las tinieblas, y el derecho a Isvara, la luz. Sus pies, apuntan al sur, al reino del Dios de la muerte, a Yama.
Yama aparece muy tempranamente en la mitología védica. Es representado de color azul sobre un toro y custodiado por dos perros guardianes. Según el mito Yama fue creado por el Dios sol junto con su hermana melliza Lami. Esta pretendió tener sexo con su hermano y este la rechazó, siendo el primer intento de incesto. Cuando Yama murió Lami lo lloró tanto que este se convirtió en Dios de la noche y guardián de los muertos. Lo que nos hace acordar a Osiris y sus amoríos con su esposa y hermana Isis. Osiris muere y es regente del inframundo en el Antiguo Egipto. El hecho de que el cadáver esté con los pies en dirección al señor de la muerte, Yama, indica que sus cenizas irán camino a las tinieblas nocturnas.
Las creencias más antiguas respecto a los muertos, que se mantienen paralelas al dogma tardío del samsara, consisten en pensar que cuando muere una persona hay una separación de fluidos o de principios metafísicos. Se separan el prana del jiva. Prana como campo sutil etérico o fuerza nerviosa invisible cuya única evidencia física es la respiración. El jiva es un concepto complejo. Aplica al cuerpo vivo, pero también al cuerpo iluminado o ascendido. Frecuentemente es mencionado para representar a atman encarnado (jivatman). También se vierte como “alma”. No obstante, aquí lo referiremos como cuerpo (sharira) en sí, ya que la creencia es que el jiva continúa viviendo en mundos superiores y el preta krya o fantasma astral vaga por el mundo sufriendo su muerte.
La cremación entonces cumple esta triple función, purificar, permitir que el jiva vaya a mundos superiores y el preta se aleje del cuerpo. El preta tiende a quedarse atado (re-ligado) a su cuerpo. Por tal, si se lo enterrara estaría vagando cerca de la tumba o acosando a los vivos. Cremar es soltar, es desaferrar. Luego se dejan descansando las cenizas por tres días y paso seguido se arrojan al río. Se cree que, aunque el cuerpo esté incinerado el peri-espíritu (preta) sigue errante por un año más, razón para lo cual se deben hacer rituales y sacrificios específicos para guiarlos al reino de Yama y luego ayudarlos en su renacimiento.
Con todo lo antedicho tenemos una introducción sucinta a la teología del Dios Siva, tercera manifestación de la trimurti. En ensayos futuros podemos profundizar mejor en la naturaleza interior de estas deidades a través de sus tradiciones y practicas psicofísicas y espirituales de las técnicas del yoga.

*Fragmento del libro inédito de Sergio Fuster “Teología e historia de las religiones”