Un poema de Raúl González Tuñón.

Raúl González Tuñón (1905-1974) fue un poeta argentino, y periodista. Sus poemas se inspiran en sus viajes, barrios de París y de Buenos Aires, pueblos de la Cordillera de los Andes o de la Patagonia, y personajes diversos: marineros, hampones, contrabandistas, habitantes de circos y demás. Aquí un bello poema dedicado a la grandeza de las centenarias catedrales medievales, incluido en el libro La calle del agujero en la media.
Juancito Caminador, inspirado en un artista de circo y en una marca de whisky (Johnny Walker), se convirtió en su álter ego. Como periodista, González Tuñón escribió en el famoso diario Crítica, de tendencias sensacionalistas, en el que escribieron también grandes escritores como Borges y Arlt; y tambien aportó crónicas y critica de artes plásticas al diario Clarín.
Su obra se inicia con «el cielo más allá de las nubes y el sol más allá del cielo porque detrás de las nubes siempre está el sol», que publicó en Buenos Aires en 1945, a los 34 años. Influyó en la cultura argentina de los años ’50 y ’60. Se lo estima como uno de los referentes de una poesía urbana.
Se relacionó con el Grupo Boedo, de una literatura social cultivada por escritores que se reunían en Café El Japonés y que publicaban en Editorial Claridad. Perteneció al partido comunista argentino, pero no compartía las simplificaciones del llamado realismo socialista. En este sentido, el escritor argentino Pedro Orgambide caracterizó a Tuñón como un «Amigo de las gentes, de las mujeres amantes y del vino, una suerte de François Villon criollo, cantor de las tabernas, las grandes fiestas y duelos e insurrecciones populares».
Entre sus principales obras se encuentran «El violín del diablo» (1926), «La calle del agujero en la media» (1930), «Todos bailan» (1934) y «La rosa blindada» (1935), así como la obra teatral «Dan tres vueltas y luego se van» (1931), escrita con Nicolás Olivari.
LAS VIEJAS CATEDRALES (*)

Amo las viejas catedrales.
En las cuchilladas de sus troneras
adivino la edad Media fusilando al mundo.
Amo la música helada de sus vitraux
y el olor a sagradas vestiduras bajo las arcadas
que en la noche
son curiosa asamblea de ángeles y murciélagos.
Los recintos azules poblados por el aliento de una
época
cuando los hombres aún no habían conquistado
a Dios.
Y el corazón de cera de sus virgenes y las
mutiladas imágenes
y el olor húmedo de las santerías,
encrucijada de sombras que antes fueron realidad en la tierra
y anunciaron la peste, la muerte, el hambre y la
guerra.
Amo las viejas catedrales inmóviles, definitivas,
sonoras,
clavadas en el verde corazón de Europa.
Esos trasatlánticos de Dios, tan viajeros,
que son amados de los pájaros y contra cuyos
muros
discurren al sol los mendigos y los ciegos.
A Notre Dame de París venían las palomas y los juglares
y una ciudad nació bajo su sombra fresca.
La Sainte Chapelle presenció duelos de ángeles;
he ahí los cristales que nos hablan del color de su sangre.
Más allá, en un país de bebedores de sidra
hace tiempo que la bella durmiente-del cielo-
aguarda
a que un nuevo fervor la despierte: he dicho
Chartres.
Amo las viejas catedrales
Son del tiempo de los enanitos, de los trasgos y de
los gnomos.
y de los alquimistas de pesados grimorios.
Y del papa de los Locos.
Fueron la otra taberna en la vida de Utrillo (1).
Las inscripciones de sus tumbas hicieron la poesía.
Los colores de sus vitraux hicieron la música.
Las historias de sus santos prepararon las
revoluciones y sus intrigas
fueron largo tiempo adorno del mundo.
Hoy, yo adoro el olor de sus túneles, los secretos de sus tabernáculos,
las figuras de sus hornacinas,
sus vidrios de losanges
y la atrevida imaginería de sus pórticos y sus
sagrarios.
Oh, viejas catedrales, inmóviles, definitivas, sonoras,
clavadas en el verde corazón de Europa.
!Oh, Transatlánticos!
(1) Utrillo (1883-1955), pintor francés reconocido por sus escenas de Montmartre. No tenía concepción estética definida ni pertenecía a ninguna escuela aunque recibió la influencias del Impresionismo.
(*) En Raúl González Tuñón, La calle del agujero en la media, Biblioteca argentina fundamental, Centro Editor de América latina, 1981, Ciudad de Buenos Aires.

