El molino de Sans-Souci

Por Edgardo Ettlin

El molino de Sans-Souci

En Potsdam (Alemania), se levanta el Palacio de Sans-Souci, construido por orden de Federico II el Grande de Prusia, entre 1745 y 1747. El emperador quiso demoler un molino cerca, pero se encontró con el límite impuesto por la ley.

Este evento, en el que se acercan la historia y la leyenda, y que simboliza la superioridad de la ley respecto al poder autocrático, nos es propuesto por Edgardo Ettlin, escritor, jurista y juez uruguayo.

El molino de Sans-Souci

Por Edgardo Ettlin (*)

A los amantes del Estado de Derecho, estar frente a este molino (imagen arriba) en Potsdam (Alemania) nos remueve las fibras y nos trae una historia, que contaré como la recuerdo.

Mientras construía su palacio de Sans-Souci en Potsdam, al Emperador de Prusia Federico el Grande (1712-1786)

le disgustaba un molino que estaba en los alrededores porque entendía le afeaba la vista, y mandó destruirlo. El molinero recurrió a los tribunales exclamando: “Todavía hay Jueces en Berlín”. Increíblemente los Magistrados le dieron la razón, y Federico el Grande acató la decisión. Hay quienes dicen que fue el propio Federico quien expresó, cuando se enteró del fallo: “Veo que todavía hay Jueces en Berlín”. Lo importante es que el molino todavía sigue allí, porque un particular confió en la justicia como último baluarte de sus intereses, porque existieron tribunales independientes y valientes, y porque el propio Emperador entendió que el Derecho debía ser superior a su voluntad. 

Suele recordarse a Federico el Grande por su talento como estratega militar y como estadista, pero además era un hombre muy culto (en su Corte se hablaba en francés, como correspondía a los llamados Déspotas Ilustrados, de lo cual Federico era ejemplo), y un talentoso músico. Tenía condiciones como flautista y compositor; hay quienes critican que blasonaba de músico, pero nosotros creemos que era realmente bueno. Esta Sinfonía en Re Mayor cuyo link ofrecemos, en tres movimientos y en el estilo preclásico (rococó o galante) de la época, conocida como “Il Re Pastore” (1747), dicho sea de paso, el año en que Johann Sebastian Bach fue a Sans-Souci invitado por Federico) y que le dedicó a su madre, es un ejemplo.

Federico reposa actualmente en un sector de los jardines de Sans-Souci bajo una sencilla piedra que reza simplemente “Friedrich der Große” (“Federico el Grande”); como era su deseo (1). A su derecha descansan también sus once perros, que eran su paz en vida. “Der Alte Fritz” (“El Viejo Fritz”, como le apodaron sus soldados), realmente era un grande.

Otra vista del molino junto al Palacio de Sans-Souci (abajo)

(1) Nota editor: En la tumba de Federico el grande siempre hay patatas, que dejan los visitantes, como recuerdo del gran impulso que el monarca prusiano dio a este tubérculo como alimento y otros usos.

(Imagen de la tumba de Federico el Grande con patatas, en latrompetadejerico.com)

(*) Web Edgardo Ettlin: Pseudoculturales

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