Borges y La larga busca

Un extraño animal, imagen generada por IA.

Una poderosa imagen del único misterio, «un animal invisible», aparece en la «Larga busca», texto de Borges dentro de Los conjurados, en el final de su arco creativo, en su última obra.

Aquí, la percepción del misterio cobra, como decíamos, la forma de un «animal invisible». Imagen simbólica de un algo esencial que el hombre persigue, un algo inasible que «sabemos que no puede medirse». Se puede buscar ese algo en muchas formas, en las palabras, en ciertos hechos o intuiciones, al contemplar un atardecer, al percibir el embrujo de una mirada de mujer, al aspirar una fragancia, o al meditar en una divinidad. Ese algo es misterio que escapa, y que de continuo nos acecha; ese algo que le daría sentido a todo; eso que se puede intuir o sospechar, pero que nunca se muestra.

E. I


La larga busca (*)

Anterior al tiempo o fuera del tiempo (ambas locuciones son vanas) o en un lugar que no es del espacio, hay un animal invisible, y acaso diáfano, que los hombres buscamos y que nos busca.
Sabemos que no puede medirse. Sabemos que no puede contarse, porque las formas que lo suman son infinitas.
Hay quienes lo han buscado en un pájaro, que está hecho de pájaros; hay quienes lo han buscado en una palabra o en las letras de esa palabra; hay quienes lo han buscado, y lo buscan, en un libro anterior al árabe en que fue escrito, y aún a todas las cosas; hay quien lo busca en la sentencia Soy El Que Soy.
Como las formas universales de la escolástica o los arquetipos de Whitehead, suele descender fugazmente. Dicen que habita los espejos, y que quien se mira Lo mira. Hay quienes lo ven o entrevén en la hermosa memoria de una batalla o en cada paraíso perdido.
Se conjetura que su sangre late en tu sangre, que todos los seres lo engendran y fueron engendrados por él y que basta invertir una clepsidra para medir su eternidad.
Acecha en los crepúsculos de Turner, en la mirada de una mujer, en la antigua cadencia del hexámetro, en la ignorante aurora, en la luna del horizonte o de la metáfora.
Nos elude de segundo en segundo. La sentencia del romano se gasta, las noches roen el mármol.

(*) Jorge Luis Borges, «La larga busca», en su último libro de poemas Los conjurados, en volumen III de sus Obras Completas, Emecé, Ciudad de Buenos Aires.

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