Por Esteban Ierardo

Hace muchos años nos maravilló una película del cineasta neozelandés Vincent Ward: Navigator. Una odisea medieval. La ficción de un viaje de un grupo de campesinos medievales al final del mundo, que no es otra cosa que una ciudad moderna. Una odisea para salvar a una aldea de la peste negra. Hoy vivimos entre la resignación y la atención puesta en los celulares. Pero el encuentro de nuestro tiempo con el mundo medieval nos devuelve algo de una épica espiritual perdida.








