Esteban Ierardo

Desde nuestra adolescencia, leí mucho sobre la Segunda Guerra Mundial. Uno de los episodios de aquella contienda arrasadora que más me sorprendió fue la matanza de Katyn. Esa sorpresa, mezclada con el horror y el espanto, continúa hasta hoy. En 1940, en el bosque de Katyn, ahora en Rusia, fueron arrojados a una fosa común varios miles de soldados polacos. Cada uno de ellos fue expulsado de este mundo por una bala asesina del verdugo Vasili Blojín.
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