Por Esteban Ierardo

Algunos hombres son capaces de incubar tormentas asesinas. Un ejemplo: Hitler. Ya hace ochenta años, el 20 de julio de 1944, un grupo de alemanes intenta matar al dictador y reinventar la historia. Mediante su asesinato, los complotados buscan la toma del poder por un golpe de Estado que imponga un nuevo régimen que negocie con las potencias aliadas el fin de la Segunda Guerra Mundial.
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