Por Esteban Ierardo

La filosofía moderna es muy vasta, y uno de sus protagonistas es el Marqués de Sade (1740-1814), que suele ser reducido a personaje extravagante y licencioso. Pero lejos de esa primera apariencia, ya Bataille, Blanchot, Foucault, o Adorno y Horkheimer, coincidieron en la importancia de Sade como exponente de un pensamiento moderno, por su tipo de argumentación que, a la vez, es estallido de los límites de la racionalidad ilustrada por la liberación de una fuerza instintiva reprimida; y, también, fuente de perversión y degradación del erotismo.