Por Esteban Ierardo
En la gran furia de la Segunda Guerra nadie fue inocente. Pero algunos encarnaron plenamente el mal. Y todos abrieron las puertas del infierno. Puertas abiertas en el cielo, los mares y la tierra. Una narrativa recreación de los paradigmas ideológicos en guerra, y una reflexión final sobre ciertos procesos y significados, es lo que fluye en estas líneas, hasta llegar a la sospecha de que, tal vez, la Segunda Guerra Mundial, como la realidad actual parece indicarlo, nunca terminó…
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