
Luego del primer año de la Guerra del Peloponeso, la guerra de Atenas con Esparta, Pericles, el líder ateniense, en el 431 a.C., pronuncia un discurso que más que un panegírico por los caídos representa una exaltación del modo de vida ateniense que se valora como distinto y ejemplar en el horizonte cultural griego.
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