
Hoy es difícil imaginar el poder de la literatura en el siglo XIX, cuando las novelas no solo daban entretenimiento, sino que también trasladaban a los lectores a otros horizontes históricos. Walter Scott (1771-1832) es un ejemplo de esto. Nacido en la Ciudad Vieja de Edimburgo, es el padre de la novela histórica. En la atmósfera del romanticismo, que él mismo ayudó a producir, escribió grandes obras como Ivanhoe, la aventura de Sir Wilfred de Ivanhoe, en la Inglaterra medieval, entre caballeros templarios, clérigos y brujas; Rob Roy, un héroe popular de las Tierras Altas escocesas, para algunos el Robin Hood escocés; o Waverley, ambientada en la Rebelión jacobita de 1745; según György Lukács, la primera novela realmente histórica. Aquí un bello artículo que evoca la vida y obra del hombre «que inventó Escocia».
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