W. H. Auden (1907–1973), poeta y ensayista británico, estimado como uno de los más grandes escritores del siglo XX, y notable ensayista. Durante la maduración de su obra poética, Auden escribió sus importantes ensayos literarios. Escribió sobre Shakespeare, Goethe, Virginia Woolf, Oscar Wilde, entre otros, y también, como en el caso del texto que aquí agregamos, sobre el acto de la escritura.
Fiódor Dostoievski (1821-1881) representa la profundidad del análisis del alma quebrantada, del individuo atribulado por grandes conflictos. Uno de los ejemplos de esta actitud es Memorias del subsuelo, también conocida en español como Apuntes del subsuelo, publicada en 1864. Aquí uno de los capítulos de esta obra esencial de la literatura rusa, en el que el autor explica su tesis de que el hombre a pesar de que sabe qué es lo correcto comete deliberadamente cosas absurdas y equivocadas, «sólo para demostrarse a sí mismo… que los hombres son hombres y no teclas de piano».
En una carta que Julio Cortázar le envió a su amiga Alejandra Pizarnik desde Asia, manifestó sus intuiciones sobre una posible vida de la conciencia postmortem. En esta ficción, no muy recordada, el Anillo de Moebius, la joven Janet es violada y asesinada. De alguna manera, su chispa de vida continua en otro nivel de existencia imperceptible entre cubos, espirales y olas. Uno de los relatos más especiales del autor de Todos los fuego el fuego.
Venecia, lugar en el que transcurre El mercader de Venecia de Shakespeare, obra en la que la música adquiera un significado esencial (Foto Laura Navarro)
El lenguaje de William Shakespeare exuda su lírica musical. Pero en el autor de Hamlet, lo musical también es motivo de una profunda reflexión en su obra El mercader de Venecia.
Walter Scott en su Monumento en Edimburgo, muy cerca de la estación Waverley, que evoca una de sus grandes novelas (Foto E.I)
Hoy es difícil imaginar el poder de la literatura en el siglo XIX, cuando las novelas no solo daban entretenimiento, sino que también trasladaban a los lectores a otros horizontes históricos. Walter Scott (1771-1832) es un ejemplo de esto. Nacido en la Ciudad Vieja de Edimburgo, es el padre de la novela histórica. En la atmósfera del romanticismo, que él mismo ayudó a producir, escribió grandes obras como Ivanhoe, la aventura de Sir Wilfred de Ivanhoe, en la Inglaterra medieval, entre caballeros templarios, clérigos y brujas; Rob Roy, un héroe popular de las Tierras Altas escocesas, para algunos el Robin Hood escocés; o Waverley, ambientada en la Rebelión jacobita de 1745; según György Lukács, la primera novela realmente histórica. Aquí un bello artículo que evoca la vida y obra del hombre «que inventó Escocia».
J. D. Salinger, en una de las pocas imágenes que se guardan del escritor norteamericano. FOTO: NG
Salinger, el autor de El guardián entre el centeno, escapó de la notoriedad, las imposturas y la exhibición, para vivir retirado en un pueblo. Su obra, y esto no suele ser observado, se enriquece con una profunda influencia de la filosofía oriental.
Crates de Tebas en fresco de la Villa Farnesina (Wikipedia)
Crates de Tebas (368-288 a. C.), el gran filósofo cínico junto con Diógenes de Sínope. Hoy, «cínico» pasa por «persona que actúa con falsedad o desvergüenza descaradas». Pero, en el mundo antiguo, «cínico» alude al representante de un movimiento filósofico en la era helenística, en la Grecia postclásica, orientado hacia la vida auténtica, basada en la virtud. Aquí, Marcel Schwob, el escritor francés se acerca a Crates, en su clásica obra literaria Vidas imaginarias (1896).
Em su juventud, Jorge Luis Borges recibió una fuerte influencia del filósofo y periodista austriaco Fritz Mauthner (184-1923). Esto le condujo a situar al lenguaje en sus límites, y al mar en su poética temprana como «un antiguo lenguaje que ya no alcanzo a descifrar», y a un mapa como la imposible representación de un territorio.
«Tigres azules», el relato de Borges en La memoria de Shakespeare que introduce lo caótico y un no saber desde unas matemáticas aleatorias.
Borges y Blanqui. El escritor argentino y el socialista y pensador francés. ¿Por qué relacionar estas dos mentes inquietas? Primero porque ambos asumen los límites del saber, lo que no puede saberse; y segundo porque el escritor argentino tuvo en alta estima al activista y pensador francés; lo menciona en su Historia de la eternidad como ejemplo de un pensar, como veremos, del eterno retorno.
En 1797, Goethe, el célebre autor de El Fausto, escribió el poema «El aprendiz de brujo» (DerZauberlehrling) . Aquí advierte sobre el peligro de entregarse a prácticas cuyos efectos luego se tornan incontrolables.