El manifiesto de arquitectura orgánica de Frank Lloyd Wright se encuentra en su libro The Disappearing City, publicado en 1932. En este libro, Wright expone su visión de una ciudad descentralizada y más integrada con la naturaleza, un concepto que más tarde desarrollaría en su propuesta de ciudad utópica «Broadacre City».
Arriba, la célebre Casa de la Casada, de Frank Lloyd Wright, y abajo La Capilla de agua de Tadao Ando.
A veces la arquitectura busca fundirse con la naturaleza, con el paisaje, el agua y la luz. Frank Lloyd Wright y el japonés Tadao Ando, desde sus particularidades, son afines en el arte arquitectónico abierto a la interacción con los elementos del mundo natural. Una posible forma de espiritualidad. Aquí además de un texto, una galería con obras fundamentales de ambos artistas arquitectos.
En su novela Todas las mañanas del mundo (1984), Pascual Quignard propone una relación ficcional entre dos ilustres músicos de la era barroca, en el siglo XVII: Marin Marais y Sainte-Colombe. Alain Corneau adapta esta novela al cine en Tous les matins du monde (1991), con Gérard Depardieu como Marais, y Jean Pierre Marielle como Sainte-Colombe. Aquí un artículo sobre el vínculo entre un músico, Marais, que se deja llevar por la frivolidad cortesana, y otro que entrega toda su vida al sentido profundo de la música.
Arriba, portada de Cementerio de Azul (1936), obra de Francisco Salamone (Foto en elojodelarte.com); abajo, Sangsad Bhaban, Edificio de la Asamblea Nacional (1964-1982), en Daca, Bangladés, de Louis Kahn (Wikimedia Commons)
La arquitectura monumental atrae por su pura impotencia. Pero al volumen que impacta, se le puede agregar un simbolismo particular a descifrar y contemplar. Francisco Salome y Louis Kahn son dos arquitectos que, en tiempos, lugares y contextos diferentes, dan un ejemplo del poder expresivo de la monumentalidad.
Los calcos del David y el Moisés de Miguel Ángel, en el Museo de Calcos de la Cárcova, en Ciudad de Buenos Aires, cuyos originales se encuentran en Galería de la Academia, Florencia, y en Basílica de San Pietro in Vincoli, Roma, respectivamente.
En la Costanera Sur de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra esta institución centenaria que hoy alberga la colección patrimonial de la Universidad Nacional de las Artes. Más de 300 calcos que representan el arte egipcio, helénico, romano, mesoamericano y renacentista.
Dibujo de Leonardo da Vinci para un ornitóptero, una máquina voladora mantenida en el aire por el batir de sus alas, hacia 1490.
Además de sus grandes pinturas, Leonardo da Vinci mucho investigó la naturaleza, y el cuerpo humano. Y dibujó. Sus miles de dibujos van desde bocetos para sus pinturas o meros ejercicios hasta mapas de ciudades, representaciones del interior del cuerpo humano y sus órganos, o proyectos de invenciones, desde un prototipo de avión hasta armas, una bicicleta, o un submarino. Sus dibujos no pasaron de prototipos que luego se hicieron realidad. Esa relación entre lo proyectado como una posibilidad, una potencialidad, y su posterior realización es uno de los aspectos que desarrollamos en este ensayo, desde el interés por el legado de Leonardo, genio universal.
Napoleón cruzando los Alpes (1811), de Jacques-Louis David, en Palacio de Charlottenburg, Berlín. Una de las grandes obras del neoclasicismo.
El siglo XIX brilla con muchos colores. Su pintura es neoclásica, romántica, realista, impresionista, expresionista. Tanto lo neoclásico como lo romántico surgen ya en el siglo XVIII y se continúan en la próxima centuria. Una pintura plena en figuración, en tramas de detalles y diversos simbolismos. Nuestro deseo aquí es ensayar solo una limitada e incompleta aproximación a varias facetas de la pictórica del siglo XIX ( y su antecedente neoclásico en el siglo anterior), en camino hacia las pictóricas de las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX. Pero la pintura occidental moderna interactúo también con otras aventuras creativas, de otras culturas. Por eso al final, unos ejemplos, en ese sentido, en un anexo de pinturas del siglo XIX.
La noche estrellada de Van Gogh, hoy en el museo del MoMa, representa uno de los momentos cumbre del arte moderno. La noche con sus olas de vida que se funden con las estrellas, ardientes y cercanas. Una indagación de eso que vive en un lienzo extraordinario.
La Galatea, de Rafael Sanzio (1511), en la Villa Farnesina, en el barrio de Trastévere de Roma, una de las principales obras mitológicas de Rafael Sanzio, uno de los pintores más admirados por Salvador Dalí (Wikimedia Commons)
Aquí un momento poco conocido de Salvador Dalí, el gran artista surrealista. Su ensayo sobre El ángelus de Millet es el más apreciado. Pero aquí, En los viejos cornudos del arte moderno (1956), el genial catalán a pesar de ser referente esencial de la vanguardia, no reprime su desprecio por un arte moderno que privilegia la fealdad, y el desdén por una técnica con la excelencia para pintar como Rafael.
El museo Benito Quinquela Martín, junto a una de sus donaciones, La Escuela Pedro de Mendoza, en el Barrio de La Boca, muy cerca del célebre Caminito.
En en el barrio de La Boca, en la ciudad de Buenos Aires, se encuentra el Museo Benito Quinquela Martín. Alberga la obra de uno de las grandes artistas boquenses, que pintó con la pasión de colores el esfuerzo de los trabajadores de un puerto que ya no es, y la sencilla y honda vida barrial.